Atipaq el Guerrero de los Elementos
(Las Crónicas De Runaterra)
Capitulo 6
“Poros ¿Aun no Entiendo Como Sobreviven a Este Clima Tan
Hostil?” Atipaq
Dos semanas después camino a las tierras de la Garra del
Invierno
La zona noreste de Freldjord es un gran desierto blanco,
donde solo unos cuantos podrían soportar y habitar dicha región, la vegetación
es escasa así como los animales que la habitan, las tribus que se asentaron
aquí no solo han tenido que enfrentarse a esto para sobrevivir, sino también a
ellas mismas, no es de extrañar que esta sea considerada por algunos como unos
de los peores lugares para vivir, más las tribus asentadas aquí parecieran
estar orgullosas de habitar estas tierras, tal vez el hecho de sobrevivir a
semejantes condiciones les hace creer ser superiores a otros.
“Consuelo de tontos” pensaba Atipaq mientras recorría un
sendero oculto por la nieve, hasta divisar a lo lejos lo que parece ser una
aldea, al llegar se da cuenta de que esta está abandonada, no hay nada en ella pues parece que se
llevaron todo, solo queda el gran arco en el cual esta dibujado la insignia de
la tribu que alguna vez lo habito, casas hechas de piedras que con el pasar de
la tormentas están lentamente comienzan a desplomarse y troncos podridos de lo
que alguna vez forma parte del techo y las paredes principales de estas.
“¿A dónde se fueron?, ¿Por qué se fueron?” Se preguntaba Atipaq mientras tocaba el arco
de la entrada principal, mas no había ninguna respuesta el lugar parece haber
sido abandonado hace muchos años.
El sol se posa en medio del cielo azul de Freldjord
mientras Atipaq se dispone a comer lo poco de provisiones que le queda,
mientras sus pensamientos lo devuelven dos semanas atrás en su combate con
Braum.
Ahí estaban ambos esperando que el otro hiciera el primer
movimiento mientras la gente de la aldea observaba el espectáculo. El lugar
estaba en silencio a excepción del ruido de una ave que sobrevolaba el lugar,
hasta que esta desciende y se posa sobre el tejado de una granja en ese
instante Atipaq se lanza sobre Braum.
Atipaq maneja la Tuximi con mucha destreza, pero todos
sus ataques lanzados con esta son interceptados por el escudo de Braum, quien a
pesar de su gran tamaño y del peso de su escudo logra manipularla y moverse con
gran agilidad, inclusive cuando Atipaq salta por sobre el para intentar
sorprenderlo por la retaguardia.
En lucha cuerpo a cuerpo entre ambos Braum tiene la ventaja y obliga a Atipaq a
retroceder, la Tuximi no logra hacerle nada al poderoso escudo de Braum y cada
vez que estos os impactan crean una extraña onda de resonancia que deja desconcertado
a ambos. Atipaq intenta atacar a Braum por un costado pero este aprovecha la
oportunidad para bloquear su ataque y embestirlo con su hombrera lanzándolo
unos metros y haciéndolo soltar la Tuximi y dejarlo algo aturdido.
Braum aprovecha la oportunidad y ejecuta su mejor ataque
(La Fisura Glacial) para terminar con Atipaq, pero este logra esquivarlo con un
gran salto a la vez que recupera su arma y lanzarles novas de hielo desde su
posición.
Los minutos pasan y los ataques de cada uno no logran ser
efectivos contra el otro, pero a pesar de eso Braum lleva la delantera, pues
Atipaq da muestras claras de estar muy agotado. Atipaq al verse casi derrotado
decide utilizar un último truco contra Braum y comienza a hacer girar la Tuximi
para crear una gran ráfaga de viento que hace que Braum no pueda avanzar más
hacia Atipaq, por lo que se ve obligado a lanzar su escudo contra este para
obligarlo a poner fin a esa técnica.
“Lo Logre.” Fue lo que Atipaq pensó cuando esquivaba el
escudo de Braum y salta contra él, pero cuando cae para darle la estocada Braum
crea un escudo de hielo que contiene el golpe y a Atipaq por un par de segundos
mientras su escudo regresaba como un Boomerang...
-Se acabó Amiguito. – Fue lo que le dijo Braum mientras
se hacía a un lado.
-No pue… - Atipaq voltea y antes de que pueda ver algo el
escudo de Braum le impacta en la cara dejándolo inconsciente.
Atipaq había cometido el error de creer que Braum
necesitaba su escudo para poder usar sus poderes y ese error le costó caro.
Horas después Atipaq despierta y es recibido por un Braum sonriente quien lo
alaba por su gran destreza y le invita un vaso de leche caliente para recuperar
sus fuerzas. Al día siguiente Atipaq recoge sus cosas y emprende su marcha en
dirección hacia la garra invernal, mientras en su mente se pregunta si el
escudo de Braum es una arma Legendaria al igual que la Tuximi.
Devuelta al presente los de pensamientos de Atipaq se
quedan en el momento en que perdió cuando de repente el sonido de algo corriendo
por la nieve llama su atención.
Era un pequeño poro, corría con tanta prisa que parecía
que huía de algo, Atipaq observa al poro mientras este se oculta entre las
ruinas de la casa que Atipaq utilizaba para descansar, Atipaq se acerca al
escondite del poro, pero se detiene al observar que del mismo lugar que de
donde proviene el poro, tres hombres más
se acercan a toda prisa.
-Oye tu extraño, a donde se fue el poro.
-¿Poro? – Responde Atipaq. – Se refiere a una pequeña
cosita de pelaje blanco, con cuernos que anda a cuatro patas y parece ser más
tierno que un osito de felpa Demaciano.
-Si ¿Por dónde se fue?
-A... no sé.
- Sabemos que se fue por aquí podemos ver sus pisadas, así
que mejor será que nos digas donde está, si no quieres sufrir a mano de la
tribu del Puño Glacial.
-A bueno ahora que lo recuerdo. – Atipaq extiende su mano
hacia donde el poro se había ocultado
para atraparlo. – Aquí esta. – Mientras el pequeño lucha en vano por liberarse
de este. – y ¿Díganme para que lo quieren?
-Ese enano se comió nuestra comida y ahora va a pagar por
ello.
-Jajaja Y díganme ¿No les da vergüenza no poder a verlo
atrapado?
-¿Qué acaso te estas burlando de nosotros extranjero?
-Pues sí.
¿Acaso quieres
morir?
-Jajaja ¿Matarme me gustaría ver que lo intentaran?
-¡Suficiente morirás!
Los tres guerreros se lanzan sobre Atipaq, pero este con
un rápido movimiento los derrota a los tres dejándolos tirados sobre el piso,
mientras continua riéndose de ellos.
-Ha ustedes tres son
patéticos, no me extraña que no hayan podido atrapar este poro.
-¿Quién eres tú? – pregunta uno de los tres intentando
recuperarse.
-Yo soy Atipaq Noxes. – Le
responde mientras pone una pierna
sobre la espalda de este. – Y espero que esto les sirva de lección para que a
la próxima sean más cordiales con los extraños.
-Pagaras por este ultraje el clan del puño glacial te…
-Ya cállate. –Atipaq le lanza una nova de hielo para
dejarlo congelado mientras suelta al poro y toma sus cosas para marcharse. –
Espero que hallan mejores guerreros por aquí y tu pequeño poro. La próxima vez ten
más cuidado a la hora de robar comida, ahora vete antes de que estos tres se
recuperen.
El poro le sonríe a Atipaq en muestra de agradecimiento
para después marcharse rodando y saltando por la nieve como si fuera una bola
de nieve y Atipaq continua su camino hacia la Garra Invernal.
Al día siguiente.
El viento ruge con gran fuerza, levantando la nieve del
suelo en los territorios de la Garra Invernal, el otoño se acabó hace días y el
duro invierno comienza a desatar sus terribles tormentas de nieve. La visibilidad es casi nula y Atipaq se ve
obligado a buscar refugio, para suerte de él encuentra una pequeña cueva en la
ladera de una montaña, donde entra junto con el cadáver de un cerdo de las
nieves que asesino horas antes para convertirlo en su comida.
Horas más tarde
El viento ha dejado de desatar su ira por el momento,
mientras los rayos del sol comienzan a desvanecerse, Atipaq sale de la cueva y observa el cielo,
sabe que no tiene mucho tiempo pues las nubes amenazan con desatar otra gran
tormenta en cualquier momento, presuroso corre en dirección a un bosque cercano
en busca de leña para pasar la noche y cocinar al cerdo que acaba de matar al
llegar al bosque y comenzar su recolección de leña se topa con un escudo
semienterrado en la nieve.
Atipaq alza su mirada y metros más adelante puede verla
semienterrada por la nieve que desato la tormenta, es una mujer lleva un casco
con cuernos de hielo que oculta su corta cabellera rubia, su vestimenta no son más
que un par de prendas hechas de una vieja piel que cubren solamente las partes más
íntimas de su cuerpo además de unas botas y hombreras. Atipaq se acerca con
cuidado a la mujer mientras la tormenta comienza a azotar nuevamente el lugar,
al estar cerca y examinarla se da cuenta de que está más muerta que viva, su
cuerpo está totalmente frio, sus pulmones apenas pueden respirar y su corazón lucha
para dar algunos latidos.
Continuara…
En el próximo capitulo descubre quien es esa mujer.
Proximamente: La Princesa del Hielo