viernes, 8 de mayo de 2015

Atipaq el Guerrero de los Elementos

Y después de un receso volvemos con mas historia

Atipaq el Guerrero de los Elementos

(Las Crónicas De Runaterra)




Capítulo 7
 Sejuani La Princesa del Hielo 
(Parte I)

“Y así inicia una hermosa relación de rivalidad amor y odio.” Atipaq

La tormenta empeora con  cada minuto que pasa, mientras Atipaq después de unos minutos logra llegar con Sejuani en  brazos, hasta la cueva que estaba usando como refugio, el  cuerpo de Sejuani esta tan frio como la nieve y su piel de una coloración azulada, mientras el aire congelado de la tormenta  no deja de entrar a la cueva, llevándola cada vez más cerca del abismo del sueño eterno.

Atipaq actúa rápido, usando su control sobre el frio y recordando las habilidades de Braum crea un muro de hielo que bloquea la entrada de la cueva impidiendo que el aire siga entrando, después toma la leña que logro recolectar y crear una fogata, mientras coloca a Sejuani cerca de esta y la cubre con la piel que este usa para dormir.

Los minutos pasan y no hay mejoras en los signos vitales de Sejuani, a pesar de todos los intentos de Atipaq para calentar su cuerpo esta sigue tan frio como cuando la trajo, mientras la luz del sol comienza a desvanecerse para dar paso a la noche. Entonces recuerda lo que su maestro le enseño en estas circunstancias, “La mejor manera de Combatir la hipotermia es con calor corporal.”

-No queda de otra. – Respondía Atipaq mientras desnuda su torso y se acerca A Sejuani, al hacerlo nota que las prendas que esta  llevaba están congeladas, por lo que decide quitárselas para después echarse sobre ella mientras se concentra para mantener el calor en su cuerpo  toda la noche.

Al día siguiente

Han pasado ya varias horas desde que amaneció y una débil Sejuani empieza a abrir sus ojos y recuperar el conocimiento. (Atipaq lo ha logrado después de concentrarse a logrado calentar el cuerpo de Sejuani y arrancarla de las garras de la muerte.) 

Sejuani observa el techo de la caverna por unos instantes mientras su visión se restablece para después tratar de incorporarse, se sienta y cuando lo hace la piel que la cubría se comienza a deslizar dejando descubierto su desnudes.

En ese instante se da cuenta que está completamente desnuda, mira a su alrededor como buscando sus prendas y examinando el lugar donde se encuentra. Al observar a su alrededor puede ver la fogata creada por Atipaq y un pedazo de carne cocinándose sobre ella, al costado de esta están sus prendas y al otro lado esta Atipaq con el torso desnudo vigilando el fuego, sin percatarse que ella ha despertado, hasta que el sonido de Sejuani sujetando la Tuximi llama su atención.

Ahí está ella frente a él  sujetando con una mano la piel que la cubre su desnudez mientras con su otra mano libre sujeta la Tuximi, sus pasos son algo imprecisos pero firmes, se para frente a él y ambos miran por un instante a los ojos hasta que Atipaq le habla.

-He veo que al fin has logrado despertar. – Menciona Atipaq con una leve sonrisa, Sejuani al ver  esta escena frunce el ceño mientras sujeta con más fuerza el arma para cargar contra Atipaq. – He que te sucede. – En ese instante Atipaq se da cuenta de las intenciones de Sejuani, retrocede tratando de alejarse de ella.
-¡Maldito como te atreviste! – Menciona una furiosa Sejuani quien intenta empalar a Atipaq.
-¿Atreverme? – Se preguntaba Atipaq antes de darse cuenta de lo que Sejuani estaba pensando. – Espera no es lo que tú piensas.
-¡Cállate! – Pero las palabras de este son inútiles y Sejuani continua con su ataque, aunque sus embestidas son algo imprecisas debido a que se encuentra débil.

Atipaq esquiva con facilidad los ataques, mientras retrocede hasta que se choca con el muro de hielo con el cual él había bloqueado la entrada.

-¡Muere! – Sejuani lanza su golpe definitivo con dirección al vientre de Atipaq,  pero este logra hacerse a un lado, mientras la Tuximi se clava en el muro; Sejuani intenta sacarla pero las fuerzas comienzan a fallarle, así como la concentración, lo que Atipaq aprovecha para ir contra ella y lanzarle un fuerte golpe en el vientre que le quita todo el aire del cuerpo y la deja inconsciente.

-Esto me pasa por andar ayudando a cualquier loca que esta sobre la nieve inconsciente, ¿Aunque esta loca es muy hermosa? He qué cosas estoy diciendo y pensando, mejor la cubro y me pongo a pensar en cómo evitar que me mate cuando despierte.

Una hora más tarde

Los ojos  de Sejuani se abren nuevamente y  a la distancia observa a Atipaq frente a ella dándole la espalda, ella sin dudarlo se reincorpora rápidamente y corre hacia el para atacarlo, pero en su embestida desenfrenada, no se percata de que su pierna izquierda está atada a una estaca y cae pesadamente al suelo producto de la tensión.

-Yo que tú me controlaría. – Atipaq se acerca y coloca la Tuximi frente a su rostro. – Sería una pena que ese hermoso rostro rodara por esta caverna.
-Grrr Maldito. – Sejuani se reincorpora mientras cubre su cuerpo de la vista de Atipaq y comienza una discusión entre ambos.
-No entiendo porque está enojada te salve la vida, deberías estar agradecida.
-Agradecida, no te pedí tu ayuda y además te atreviste a…
-Hay  espera un momento si piensas que me aproveche de ti pues estas muy equivocada.
-Así, entonces ¿Por qué estoy desnuda?
-Ha bueno yo te quite tu ropa, pero no es por lo que piensas, solo lo ice para que esta se secara y para darte calor.
-Y así dices que no te aprovechaste de mí, eres un desgraciado y voy a arrancarte el corazón.

NOTA: En Freldjord la frase “Darte calor” en algunas ocasiones tiene un significado distinto al que conocemos.

-Oye te estabas muriendo de Hipotermia y no tenía otra opción que traerte conmigo, si no ahora serias un cadáver sepultado por la nieve.
-Ese no es tu problema.
-Tal vez pero lo hecho, hecho esta y no podrás cambiarlo, ahora por que no mejor te alimentas y recuperas energía. – Atipaq le acerca a Sejuani un plato con un caldo hecho con algunas partes del cerdo que este había casado.
-¡Te he dicho que no quiero tu ayuda! – Pero una furiosa Sejuani lanza el plato a un costado.
-Debes comer y recuperar tus fuerzas, pues no quiero luchar contra alguien que apenas puede sostenerse en pie. – Atipaq recoge el plato mientras le sirve nuevamente un poco de caldo de cerdo. – Me doy cuenta de que eres una guerrera y si me quieres matar entonces que sea en un combate justo y no en estas circunstancias.
-No creas que te perdonare la vida por esto. – Sejuani acepta la comida de Atipaq.
-No, no creo que lo hagas. – Le responde mientras este se sienta frente a ella para observarla comer, hasta que ella deja caer al suelo el plato vacío.

Atipaq recoge el plato mientras retorna hacia Sejuani que se liberado de la soga de su pierna con la ropa de esta y se vuelve a sentar en el mismo sitio.

-Voltéate. No me voy a vestir frente a ti.
-¿Quieres que me voltee para que después puedas clavarme esa estaca por detrás?
-No voy a hacerte nada.
-¿Y cómo podría confiar en ti?
-Por qué quiere que me veas mientras tomo esa arma tuya y te la clave en el corazón.
-Jajaja bien confiare en ti.

Después de cambiarse Sejuani camina por un lado de Atipaq y se coloca frente a él, en ese instante Atipaq puede observarla en todo su resplandor, su casco apenas deja escapar algunos mechones de su rubio cabello, sus hombreras parecen estar hechas del mismo material que su escudo, mientras su sostén de cuero marrón deja al descubierto parte de sus pechos, tiene un cuerpo bien tonificado y de su vientre de vez en cuando se asoman sus abdominales bien formados, debajo de su cintura una diminuta falda hecha de la misma piel que la que rodea sus hombreras junto a algunos trozos de acero ceñida a su cintura dejan al descubierto sus gruesos muslos y unas botas hechas de cuero y de piel le sirven de sostén. 

Mientras Atipaq no deja de mirarla como si estuviera hipnotizado por su imponente presencia.

-Ya deja de mirarme.
-Ha disculpame pero  no entiendo ¿Por qué andas vestida así en un lugar como este?
-Eso a ti no te importa.
-Que chica más ruda eres, seguro tampoco me dirás tu nombre, bueno si te gano me lo dirás y si tú me ganas, bueno ya no importara porque estaré muerto.

Sejuani no le dice nada y sale de la caverna mientras portando su escudo y un una especie de para hecha de acero, Atipaq sale detrás de ella y por un instante ambos se observan fijamente, aunque Atipaq estaba más interesado en contemplarla, hasta que Sejuani se le va encima, pero su golpe con su mazo es interceptado por una de las hojas de la Tuximi; Atipaq de un movimiento de sus manos mueve el otro extremo de la Tuximi pero Sejuani lo bloquea con su escudo quedando ambos en enfrascado en una competencia de fuerza.

-Eres muy fuerte para ser una mujer. – Le menciona Atipaq mientras sonríe. – Puedo ver como resaltan tus pequeños bíceps.
-¡Ya deja de mirarme así!

Sejuani furiosa logra empujar a Atipaq unos metros, quien se desliza por la nieve; Sejuani nuevamente carga contra el pero esta vez usando su escudo por delante con la intención de arrollarlo, pero Atipaq crea una ráfaga de viento con la Tuximi frenando su avance, mas Sejuani se hace a un lado para y le lanza una bola de hielo que impacta la Tuximi congelando los brazos de Atipaq.

Sejuani cree que ya lo tiene y corre hacia el para liquidarlo, pero Atipaq rompe el hielo que aprisiona sus brazos y la Tuximi y los usa como proyectiles contra Sejuani, quien tiene que usar su escudo para cubrirse, en ese instante Atipaq la embiste con toda su fuerza lanzándola y haciéndola perder su escudo y su mazo.

Sejuani trata de reincorporarse rápidamente, pero ya es tarde pues puede sentir una de las hojas de la Tuximi sobre su cuello, esta al darse cuenta de su derrota se arrodilla y lo mira fijamente a los ojos.

-¿Qué esperas extranjero termina conmigo ya?
-No. – Atipaq retira la Tuximi y se la coloca en su espalda.
-No necesito tu piedad.
-No es piedad.
-¿Qué?
-El resultado de esta batalla ya estaba decidido desde que saliste de esa caverna.
-¿A qué te refieres?
-No puedes engañarme, puedo darme cuenta de que no estas al 100% de tus capacidades por lo tanto no es un combate justo.
-Extranjero tonto lo importante es ganar.
-Si pero es el ganador quien decide qué hacer con el perdedor y yo he decidido darte una segunda oportunidad.
-¿Por qué haces eso conmigo?
-Sabes yo  puedo ver en ti un gran potencial, me doy cuenta por esa determinación que hay en tus ojos, algo que ni siquiera yo poseo.

Sejuani se reincorpora, toma sus armas mientras camina en dirección de Atipaq y se detiene a un lado de este, mirando el horizonte.

-La próxima vez extranjero, yo no te daré una segunda oportunidad.
-No, no creo que lo hagas pero no creas que te será fácil acabar conmigo. – Atipaq le
 Sonríe a Sejuani, mientras esta se aleja. – Oye espera debes decirme tu nombre, ese era el trato.
-¡Mi nombre es Sejuani! – Le grita mientras se aleja en el horizonte.
-¡Es un placer Sejuani, yo soy Atipaq y te estaré esperando aquí!

Continuara…

“Y así inicia una hermosa relación de rivalidad amor y odio.”



Proximamente: Sejuani La Princesa del Hielo Parte II

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