lunes, 16 de marzo de 2015

Atipaq el Guerrero de los Elementos



Atipaq el Guerrero de los Elementos
(Las Crónicas De Runaterra)



Capítulo 4
El Corazón de Freljord

“He viajado por toda Valoran y no encontrado a alguien más bueno que Braum.” Atipaq

Dos Semas Después Cerca de las Tierras de los Avarosa.

El duro invierno se acerca a Freldjord, mientras Atipaq sigue el sendero que su maestro le ha marcado, durante los últimos días ha bajado  por un camino que lo lleva en dirección hacia las tierras el Avarosa, mientras más se acerca a esa tierra,  la cantidad de nieve en el paisaje disminuye, así como las montañas son cada vez menos empinadas y desde donde puede observar los aun verdes campos de los Avarosa.

En su camino Atipaq solo ha encontrado un par de poblados pequeños donde  se dedican a la caza de Cerdos salvajes y la pesca en un rio que amenaza con congelarse, mas ningún de sus moradores podía significar un oponente digno para él.

Cerca de la cima de una montaña Atipaq se sienta para admirar el paisaje y comer algo, al hacerlo se da cuenta de que sus raciones de comida están casi agotadas, cuando de pronto el grito de alguien pidiendo ayuda le llama atención.

Al subir la montaña puede observar al otro lado a una mujer con su hijo su hijo y una cabra intentando huir de un Yeti, el cual parece fuera de control, por un momento a Atipaq la bestia le hace recordar al Cambiapieles.

La mujer y sus acompañantes llegan hasta uno de los lados de la montaña, mientras el furioso Yeti está cada vez más ceca de ellos y con sus manos coge un bloque de hielo que lanza sobre ellos, pero a medio camino Atipaq cae de la montaña y con su tuximi (el arma de su maestro) pulveriza el bloque de hielo, para después ir contra el Yeti el cual trata de cogerlo, pero el Yeti es muy lento y Atipaq logra esquivarlo y sujetarlo de su cabeza para azotarlo contra el frio piso y dejarlo inconsciente.

-¿Están bien? – Le preguntaba Atipaq a las personas.
-Oh si gracias a ti joven, ¿Quién eres?
-A yo soy… 

En ese instante Atipaq recuerda que su maestro le dijo que no revelara su verdadero nombre.

-( Atipaq pensando: Ba yo no are las cosas como usted, lo are a mi manera). – Mi nombre es Atipaq.
-¿Es un nombre raro, dígame de que tribu es usted?
-¿Tribu?, de ninguna yo vengo de los Montes Apuntalados.
-Oh un extranjero, no muchos extranjeros vienen a Freldjord, bueno en muestra de agradecimiento déjenos invitarles algo de comer en nuestra morada.
-Muchas gracias, he pueden adelantarse, yo iré detrás de ustedes, pues he dejado mis demás pertenencias sobre la montaña.

 La mujer, su hijo y su cabra se alejan mientras Atipaq voltea hacia el Yeti quien está recuperando el conocimiento.

-Según mi maestro solo hay una opción para aquellos que se han perdido en la ira, la muerte pero… esta vez no es necesario.

Atipaq se concentra y lanza sobre el Yeti una nova de hielo que lo congela.

-Pasaran horas antes de que te descongeles, solo espero que no me busques, porque si lo haces no dudare en matarte.

Más tarde.

La mujer y su hijo conducen a Atipaq hacia los verdes campos, cerca de la tribu de los Avarosa, se encuentra una pequeña tribu, los Ullcars que es de donde ellos provienen, es una tribu de pastores y campesinos que viven en relativa paz ya que han logrado negociar con los Avarosa y otras tribus, para que esta tribu se convierta en la despensa de las otras en tiempos de guerra.

Atipaq entra a una pequeña cabaña de madera, al costado de esta está el corral de las cabras y la granja de los pollos se sitúa detrás del granero donde se almacena  todo la cosecha.

-Díganos joven que lo trae a nuestras tierras. – Le pregunta la mujer a Atipaq mientras le sirve algo de maíz Freldjoriano junto a un poco de té.
-Bueno he venido a buscar y a aprender de los guerreros más fuertes de Freldjord el arte de controlar el hielo ya que los guerreros Freldjorianos son famosos por esto.
-No creo que dejen conocer sus secretos sobre cómo manejar el hielo.
-Entonces los obligare a la fuerza a enseñarme.
-Eres muy fuerte, pero necesitaras más que esa arma rara que tienes para poder luchar contra los mejores guerreros de Freldjord.
-Ja eso habría que comprobarlo y dígame ¿Qué hacía usted allá arriba?
-Estábamos buscando una cabra que se había perdido y la encontramos y también a ese Yeti.
-¿Son así los Yetis de esta zona?
-No los yetis de este lugar  por lo general evitan a los humanos y si ven uno prefieren correr, solo pelean si encuentran que su vida está en peligro.
-¿Y a este que le paso?
-No lo sabemos, pero el comportamiento de los Yetis últimamente ha cambiado, se están volviendo muy violentos y cada vez  se acercan más a nuestro poblado.
-Eso es un problema.
-Si pero por suerte Braum llegara pronto para ayudarnos.
-¿Braum?
-Es nuestro héroe, siempre ayuda a los demás en especial a los más débiles, él es muy fuerte y estamos seguros que encontrara una solución para nuestro problema, la princesa de Avarosa Ashe gentilmente nos ha ayudado a encontrarlo. 
-¿Y usted cree que este Braum podría ayudarme?
-Ahora que lo pienso sí, es probable que él sea el único en todo Freldjord que no le importaría compartir con alguien más sus habilidades.
-Entonces  no le importa si me quedo en su granero a esperarlo.
-No de ninguna manera, además Braum debe de estar llegando mañana.
-Bien hasta entonces me quedare y vigilare por si algún yeti se atreve a acercarse.

Atipaq decide quedarse en la casa de la mujer, mientras espera la llegada de Braum, además de escuchar los grandes relatos sobre él y otras noticias que acontecen en Freldjord, en especial los que tienen que ver con la tribu Avarosa, y su líder la princesa Ashe de quien se cuenta es la mejor arquera en todo Freldjord.

Al día siguiente

Atipaq aún está durmiendo, cuando el sonido de la gente vitoreando el nombre de Braum lo hace despertarse, al subirse al techo de la granja puede observar a la multitud aglomerarse alrededor del héroe y a otros recién saliendo de sus casas o del campo para unirse a la multitud y vitorear el nombre del héroe más grande de Freldjord.

“Braum, Braum, Braum,  Braum” Es lo único que se escucha decir a la gran masa de gente, que lo rodea.

-Interesante. – Piensa Atipaq mientras observa a Braum acercarse al poblado, quien esta vestido con sus habituales atuendos, en su mano izquierda lleva su imponente escudo mágico y con su otra mano carga una enorme vaca que parece tener la pierna rota, además de ir con su peculiar bigote y una gran sonrisa de oreja a oreja por la aclamación popular.

-Jajajaja mis querido amigos, muchas gracias por este gran recibimiento. – Respondía Braum a las aclamaciones, mientras bajaba la vaca.
-¡Viva Braum! ¡Braum, Braum, Braum, Braum!
-Valla, valla así que tú eres el famosos Braum. – Pronuncia Atipaq, mientras salta del techo del granero en dirección a Braum.
-Jajajaj si y tu quien eres pequeño amiguito.
-Yo soy Atipaq y venido hasta aquí a retarte a un enfrentamiento, si te derroto me enseñaras todos tus secretos.
-Jajajaja Que gracioso es el extranjero. – Fue lo único que escucho Atipaq, toda la gente del poblado se reía de él, por su atrevimiento de retar a Braum.
-Eres muy valiente pequeño amiguito, pero Braum cree que aun necesitas más entrenamiento para enfrentarte a él.
-¿Que tienes miedo?
-Jajajajaja. – La gente continuo riendo, lo colmo la paciencia de Atipaq quien lanzo un rayo de hielo sobre el piso congelándolo y haciendo que la gente sobre el resbalara y cayera pesadamente y asustando a algunos.
-No deberías hacer eso pequeño amiguito. 
-Oblígame grandulón y deja de decirme pequeño.
-Está bien Braum luchara contigo.

La gente se alejaba de ambos, Atipaq los observaba a todos y podía observar que la gran mayoría de la gente de la Tribu, tenía los ojos azules y los restantes lo tenían de un color verde turquesa. Los ojos rojos de Atipaq brillaban con intensidad y se posaban sobre los de Braum, mientras el lugar se cubría de un gran silencio, cuando de pronto un gran ruido interrumpió.

-GAaaahhhh. – El Yeti que Atipaq había congelado había regresado y además traía a otro consigo.
-Otra vez esa bestia.

La gente asustada corría despavorida en dirección a Braum, para ponerse detrás de este, pero entre la multitud una pequeña niña quedo rezaga y tropieza cayendo al suelo.

-¡No mi hija! – Gritaba la desesperada madre, mientras uno de los Yetis corría hacia la pequeña, la pequeña se queda inmóvil al ver al gran Yeti acercarse hacia ella, sus piernas le fallan y no se mueve, esta aterrada mientras el Yeti se dispone a arrollarla.

Próximamente: La Corrupción de los Yetis.


Hace un año:

"Con el invierno de Fréljord arreciando y una batalla furibunda librándose a su alrededor, un poro valiente rebota de aquí para allá en búsqueda de bocadillos."



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