Y después de un receso volvemos con mas historia
Atipaq el Guerrero de los Elementos
(Las Crónicas De Runaterra)
Capítulo 7
(Parte I)
“Y así inicia una hermosa relación de rivalidad amor y
odio.” Atipaq
La tormenta empeora con
cada minuto que pasa, mientras Atipaq después de unos minutos logra
llegar con Sejuani en brazos, hasta la
cueva que estaba usando como refugio, el
cuerpo de Sejuani esta tan frio como la nieve y su piel de una
coloración azulada, mientras el aire congelado de la tormenta no deja de entrar a la cueva, llevándola cada
vez más cerca del abismo del sueño eterno.
Atipaq actúa rápido, usando su control sobre el frio y
recordando las habilidades de Braum crea un muro de hielo que bloquea la
entrada de la cueva impidiendo que el aire siga entrando, después toma la leña
que logro recolectar y crear una fogata, mientras coloca a Sejuani cerca de
esta y la cubre con la piel que este usa para dormir.
Los minutos pasan y no hay mejoras en los signos vitales
de Sejuani, a pesar de todos los intentos de Atipaq para calentar su cuerpo
esta sigue tan frio como cuando la trajo, mientras la luz del sol comienza a
desvanecerse para dar paso a la noche. Entonces recuerda lo que su maestro le
enseño en estas circunstancias, “La mejor manera de Combatir la hipotermia es
con calor corporal.”
-No queda de otra. – Respondía Atipaq mientras desnuda su
torso y se acerca A Sejuani, al hacerlo nota que las prendas que esta llevaba están congeladas, por lo que decide
quitárselas para después echarse sobre ella mientras se concentra para mantener
el calor en su cuerpo toda la noche.
Al día siguiente
Han pasado ya varias horas desde que amaneció y una débil
Sejuani empieza a abrir sus ojos y recuperar el conocimiento. (Atipaq lo ha
logrado después de concentrarse a logrado calentar el cuerpo de Sejuani y
arrancarla de las garras de la muerte.)
Sejuani observa el techo de la caverna por unos instantes
mientras su visión se restablece para después tratar de incorporarse, se sienta
y cuando lo hace la piel que la cubría se comienza a deslizar dejando
descubierto su desnudes.
En ese instante se da cuenta que está completamente desnuda,
mira a su alrededor como buscando sus prendas y examinando el lugar donde se
encuentra. Al observar a su alrededor puede ver la fogata creada por Atipaq y
un pedazo de carne cocinándose sobre ella, al costado de esta están sus prendas
y al otro lado esta Atipaq con el torso desnudo vigilando el fuego, sin percatarse
que ella ha despertado, hasta que el sonido de Sejuani sujetando la Tuximi
llama su atención.
Ahí está ella frente a él sujetando con una mano la piel que la cubre su
desnudez mientras con su otra mano libre sujeta la Tuximi, sus pasos son algo
imprecisos pero firmes, se para frente a él y ambos miran por un instante a los
ojos hasta que Atipaq le habla.
-He veo que al fin has logrado despertar. – Menciona
Atipaq con una leve sonrisa, Sejuani al ver
esta escena frunce el ceño mientras sujeta con más fuerza el arma para
cargar contra Atipaq. – He que te sucede. – En ese instante Atipaq se da cuenta
de las intenciones de Sejuani, retrocede tratando de alejarse de ella.
-¡Maldito como te atreviste! – Menciona una furiosa
Sejuani quien intenta empalar a Atipaq.
-¿Atreverme? – Se preguntaba Atipaq antes de darse cuenta
de lo que Sejuani estaba pensando. – Espera no es lo que tú piensas.
-¡Cállate! – Pero las palabras de este son inútiles y
Sejuani continua con su ataque, aunque sus embestidas son algo imprecisas
debido a que se encuentra débil.
Atipaq esquiva con facilidad los ataques, mientras
retrocede hasta que se choca con el muro de hielo con el cual él había
bloqueado la entrada.
-¡Muere! – Sejuani lanza su golpe definitivo con
dirección al vientre de Atipaq, pero
este logra hacerse a un lado, mientras la Tuximi se clava en el muro; Sejuani
intenta sacarla pero las fuerzas comienzan a fallarle, así como la concentración,
lo que Atipaq aprovecha para ir contra ella y lanzarle un fuerte golpe en el
vientre que le quita todo el aire del cuerpo y la deja inconsciente.
-Esto me pasa por andar ayudando a cualquier loca que
esta sobre la nieve inconsciente, ¿Aunque esta loca es muy hermosa? He qué
cosas estoy diciendo y pensando, mejor la cubro y me pongo a pensar en cómo
evitar que me mate cuando despierte.
Una hora más tarde
Los ojos de
Sejuani se abren nuevamente y a la
distancia observa a Atipaq frente a ella dándole la espalda, ella sin dudarlo
se reincorpora rápidamente y corre hacia el para atacarlo, pero en su embestida
desenfrenada, no se percata de que su pierna izquierda está atada a una estaca
y cae pesadamente al suelo producto de la tensión.
-Yo que tú me controlaría. – Atipaq se acerca y coloca la
Tuximi frente a su rostro. – Sería una pena que ese hermoso rostro rodara por
esta caverna.
-Grrr Maldito. – Sejuani se reincorpora mientras cubre su
cuerpo de la vista de Atipaq y comienza una discusión entre ambos.
-No entiendo porque está enojada te salve la vida, deberías
estar agradecida.
-Agradecida, no te pedí tu ayuda y además te atreviste a…
-Hay espera un
momento si piensas que me aproveche de ti pues estas muy equivocada.
-Así, entonces ¿Por qué estoy desnuda?
-Ha bueno yo te quite tu ropa, pero no es por lo que
piensas, solo lo ice para que esta se secara y para darte calor.
-Y así dices que no te aprovechaste de mí, eres un
desgraciado y voy a arrancarte el corazón.
NOTA: En Freldjord la frase “Darte calor” en algunas
ocasiones tiene un significado distinto al que conocemos.
-Oye te estabas muriendo de Hipotermia y no tenía otra
opción que traerte conmigo, si no ahora serias un cadáver sepultado por la
nieve.
-Ese no es tu problema.
-Tal vez pero lo hecho, hecho esta y no podrás cambiarlo,
ahora por que no mejor te alimentas y recuperas energía. – Atipaq le acerca a
Sejuani un plato con un caldo hecho con algunas partes del cerdo que este había
casado.
-¡Te he dicho que no quiero tu ayuda! – Pero una furiosa
Sejuani lanza el plato a un costado.
-Debes comer y recuperar tus fuerzas, pues no quiero
luchar contra alguien que apenas puede sostenerse en pie. – Atipaq recoge el
plato mientras le sirve nuevamente un poco de caldo de cerdo. – Me doy cuenta
de que eres una guerrera y si me quieres matar entonces que sea en un combate
justo y no en estas circunstancias.
-No creas que te perdonare la vida por esto. – Sejuani
acepta la comida de Atipaq.
-No, no creo que lo hagas. – Le responde mientras este se
sienta frente a ella para observarla comer, hasta que ella deja caer al suelo
el plato vacío.
Atipaq recoge el plato mientras retorna hacia Sejuani que
se liberado de la soga de su pierna con la ropa de esta y se vuelve a sentar en
el mismo sitio.
-Voltéate. No me voy a vestir frente a ti.
-¿Quieres que me voltee para que después puedas clavarme
esa estaca por detrás?
-No voy a hacerte nada.
-¿Y cómo podría confiar en ti?
-Por qué quiere que me veas mientras tomo esa arma tuya y
te la clave en el corazón.
-Jajaja bien confiare en ti.
Después de cambiarse Sejuani camina por un lado de Atipaq
y se coloca frente a él, en ese instante Atipaq puede observarla en todo su
resplandor, su casco apenas deja escapar algunos mechones de su rubio cabello,
sus hombreras parecen estar hechas del mismo material que su escudo, mientras
su sostén de cuero marrón deja al descubierto parte de sus pechos, tiene un
cuerpo bien tonificado y de su vientre de vez en cuando se asoman sus
abdominales bien formados, debajo de su cintura una diminuta falda hecha de la
misma piel que la que rodea sus hombreras junto a algunos trozos de acero
ceñida a su cintura dejan al descubierto sus gruesos muslos y unas botas hechas
de cuero y de piel le sirven de sostén.
Mientras Atipaq no deja de mirarla como si estuviera
hipnotizado por su imponente presencia.
-Ya deja de mirarme.
-Ha disculpame pero no entiendo ¿Por qué andas vestida así
en un lugar como este?
-Eso a ti no te importa.
-Que chica más ruda eres, seguro tampoco me dirás tu
nombre, bueno si te gano me lo dirás y si tú me ganas, bueno ya no importara
porque estaré muerto.
Sejuani no le dice nada y sale de la caverna mientras
portando su escudo y un una especie de para hecha de acero, Atipaq sale detrás
de ella y por un instante ambos se observan fijamente, aunque Atipaq estaba más
interesado en contemplarla, hasta que Sejuani se le va encima, pero su golpe
con su mazo es interceptado por una de las hojas de la Tuximi; Atipaq de un
movimiento de sus manos mueve el otro extremo de la Tuximi pero Sejuani lo
bloquea con su escudo quedando ambos en enfrascado en una competencia de fuerza.
-Eres muy fuerte para ser una mujer. – Le menciona Atipaq mientras sonríe. –
Puedo ver como resaltan tus pequeños bíceps.
-¡Ya deja de mirarme así!
Sejuani furiosa logra empujar a Atipaq unos metros, quien
se desliza por la nieve; Sejuani nuevamente carga contra el pero esta vez
usando su escudo por delante con la intención de arrollarlo, pero Atipaq crea
una ráfaga de viento con la Tuximi frenando su avance, mas Sejuani se hace a un
lado para y le lanza una bola de hielo que impacta la Tuximi congelando los
brazos de Atipaq.
Sejuani cree que ya lo tiene y corre hacia el para
liquidarlo, pero Atipaq rompe el hielo que aprisiona sus brazos y la Tuximi y
los usa como proyectiles contra Sejuani, quien tiene que usar su escudo para
cubrirse, en ese instante Atipaq la embiste con toda su fuerza lanzándola y
haciéndola perder su escudo y su mazo.
Sejuani trata de reincorporarse rápidamente, pero ya es
tarde pues puede sentir una de las hojas de la Tuximi sobre su cuello, esta al
darse cuenta de su derrota se arrodilla y lo mira fijamente a los ojos.
-¿Qué esperas extranjero termina conmigo ya?
-No. – Atipaq retira la Tuximi y se la coloca en su
espalda.
-No necesito tu piedad.
-No es piedad.
-¿Qué?
-El resultado de esta batalla ya estaba decidido desde
que saliste de esa caverna.
-¿A qué te refieres?
-No puedes engañarme, puedo darme cuenta de que no estas
al 100% de tus capacidades por lo tanto no es un combate justo.
-Extranjero tonto lo importante es ganar.
-Si pero es el ganador quien decide qué hacer con el
perdedor y yo he decidido darte una segunda oportunidad.
-¿Por qué haces eso conmigo?
-Sabes yo puedo
ver en ti un gran potencial, me doy cuenta por esa determinación que hay en tus
ojos, algo que ni siquiera yo poseo.
Sejuani se reincorpora, toma sus armas mientras camina en
dirección de Atipaq y se detiene a un lado de este, mirando el horizonte.
-La próxima vez extranjero, yo no te daré una segunda
oportunidad.
-No, no creo que lo hagas pero no creas que te será fácil
acabar conmigo. – Atipaq le
Sonríe a Sejuani,
mientras esta se aleja. – Oye espera debes decirme tu nombre, ese era el trato.
-¡Mi nombre es Sejuani! – Le grita mientras se aleja en
el horizonte.
-¡Es un placer Sejuani, yo soy Atipaq y te estaré
esperando aquí!
Continuara…