viernes, 8 de mayo de 2015

Atipaq el Guerrero de los Elementos

Y después de un receso volvemos con mas historia

Atipaq el Guerrero de los Elementos

(Las Crónicas De Runaterra)




Capítulo 7
 Sejuani La Princesa del Hielo 
(Parte I)

“Y así inicia una hermosa relación de rivalidad amor y odio.” Atipaq

La tormenta empeora con  cada minuto que pasa, mientras Atipaq después de unos minutos logra llegar con Sejuani en  brazos, hasta la cueva que estaba usando como refugio, el  cuerpo de Sejuani esta tan frio como la nieve y su piel de una coloración azulada, mientras el aire congelado de la tormenta  no deja de entrar a la cueva, llevándola cada vez más cerca del abismo del sueño eterno.

Atipaq actúa rápido, usando su control sobre el frio y recordando las habilidades de Braum crea un muro de hielo que bloquea la entrada de la cueva impidiendo que el aire siga entrando, después toma la leña que logro recolectar y crear una fogata, mientras coloca a Sejuani cerca de esta y la cubre con la piel que este usa para dormir.

Los minutos pasan y no hay mejoras en los signos vitales de Sejuani, a pesar de todos los intentos de Atipaq para calentar su cuerpo esta sigue tan frio como cuando la trajo, mientras la luz del sol comienza a desvanecerse para dar paso a la noche. Entonces recuerda lo que su maestro le enseño en estas circunstancias, “La mejor manera de Combatir la hipotermia es con calor corporal.”

-No queda de otra. – Respondía Atipaq mientras desnuda su torso y se acerca A Sejuani, al hacerlo nota que las prendas que esta  llevaba están congeladas, por lo que decide quitárselas para después echarse sobre ella mientras se concentra para mantener el calor en su cuerpo  toda la noche.

Al día siguiente

Han pasado ya varias horas desde que amaneció y una débil Sejuani empieza a abrir sus ojos y recuperar el conocimiento. (Atipaq lo ha logrado después de concentrarse a logrado calentar el cuerpo de Sejuani y arrancarla de las garras de la muerte.) 

Sejuani observa el techo de la caverna por unos instantes mientras su visión se restablece para después tratar de incorporarse, se sienta y cuando lo hace la piel que la cubría se comienza a deslizar dejando descubierto su desnudes.

En ese instante se da cuenta que está completamente desnuda, mira a su alrededor como buscando sus prendas y examinando el lugar donde se encuentra. Al observar a su alrededor puede ver la fogata creada por Atipaq y un pedazo de carne cocinándose sobre ella, al costado de esta están sus prendas y al otro lado esta Atipaq con el torso desnudo vigilando el fuego, sin percatarse que ella ha despertado, hasta que el sonido de Sejuani sujetando la Tuximi llama su atención.

Ahí está ella frente a él  sujetando con una mano la piel que la cubre su desnudez mientras con su otra mano libre sujeta la Tuximi, sus pasos son algo imprecisos pero firmes, se para frente a él y ambos miran por un instante a los ojos hasta que Atipaq le habla.

-He veo que al fin has logrado despertar. – Menciona Atipaq con una leve sonrisa, Sejuani al ver  esta escena frunce el ceño mientras sujeta con más fuerza el arma para cargar contra Atipaq. – He que te sucede. – En ese instante Atipaq se da cuenta de las intenciones de Sejuani, retrocede tratando de alejarse de ella.
-¡Maldito como te atreviste! – Menciona una furiosa Sejuani quien intenta empalar a Atipaq.
-¿Atreverme? – Se preguntaba Atipaq antes de darse cuenta de lo que Sejuani estaba pensando. – Espera no es lo que tú piensas.
-¡Cállate! – Pero las palabras de este son inútiles y Sejuani continua con su ataque, aunque sus embestidas son algo imprecisas debido a que se encuentra débil.

Atipaq esquiva con facilidad los ataques, mientras retrocede hasta que se choca con el muro de hielo con el cual él había bloqueado la entrada.

-¡Muere! – Sejuani lanza su golpe definitivo con dirección al vientre de Atipaq,  pero este logra hacerse a un lado, mientras la Tuximi se clava en el muro; Sejuani intenta sacarla pero las fuerzas comienzan a fallarle, así como la concentración, lo que Atipaq aprovecha para ir contra ella y lanzarle un fuerte golpe en el vientre que le quita todo el aire del cuerpo y la deja inconsciente.

-Esto me pasa por andar ayudando a cualquier loca que esta sobre la nieve inconsciente, ¿Aunque esta loca es muy hermosa? He qué cosas estoy diciendo y pensando, mejor la cubro y me pongo a pensar en cómo evitar que me mate cuando despierte.

Una hora más tarde

Los ojos  de Sejuani se abren nuevamente y  a la distancia observa a Atipaq frente a ella dándole la espalda, ella sin dudarlo se reincorpora rápidamente y corre hacia el para atacarlo, pero en su embestida desenfrenada, no se percata de que su pierna izquierda está atada a una estaca y cae pesadamente al suelo producto de la tensión.

-Yo que tú me controlaría. – Atipaq se acerca y coloca la Tuximi frente a su rostro. – Sería una pena que ese hermoso rostro rodara por esta caverna.
-Grrr Maldito. – Sejuani se reincorpora mientras cubre su cuerpo de la vista de Atipaq y comienza una discusión entre ambos.
-No entiendo porque está enojada te salve la vida, deberías estar agradecida.
-Agradecida, no te pedí tu ayuda y además te atreviste a…
-Hay  espera un momento si piensas que me aproveche de ti pues estas muy equivocada.
-Así, entonces ¿Por qué estoy desnuda?
-Ha bueno yo te quite tu ropa, pero no es por lo que piensas, solo lo ice para que esta se secara y para darte calor.
-Y así dices que no te aprovechaste de mí, eres un desgraciado y voy a arrancarte el corazón.

NOTA: En Freldjord la frase “Darte calor” en algunas ocasiones tiene un significado distinto al que conocemos.

-Oye te estabas muriendo de Hipotermia y no tenía otra opción que traerte conmigo, si no ahora serias un cadáver sepultado por la nieve.
-Ese no es tu problema.
-Tal vez pero lo hecho, hecho esta y no podrás cambiarlo, ahora por que no mejor te alimentas y recuperas energía. – Atipaq le acerca a Sejuani un plato con un caldo hecho con algunas partes del cerdo que este había casado.
-¡Te he dicho que no quiero tu ayuda! – Pero una furiosa Sejuani lanza el plato a un costado.
-Debes comer y recuperar tus fuerzas, pues no quiero luchar contra alguien que apenas puede sostenerse en pie. – Atipaq recoge el plato mientras le sirve nuevamente un poco de caldo de cerdo. – Me doy cuenta de que eres una guerrera y si me quieres matar entonces que sea en un combate justo y no en estas circunstancias.
-No creas que te perdonare la vida por esto. – Sejuani acepta la comida de Atipaq.
-No, no creo que lo hagas. – Le responde mientras este se sienta frente a ella para observarla comer, hasta que ella deja caer al suelo el plato vacío.

Atipaq recoge el plato mientras retorna hacia Sejuani que se liberado de la soga de su pierna con la ropa de esta y se vuelve a sentar en el mismo sitio.

-Voltéate. No me voy a vestir frente a ti.
-¿Quieres que me voltee para que después puedas clavarme esa estaca por detrás?
-No voy a hacerte nada.
-¿Y cómo podría confiar en ti?
-Por qué quiere que me veas mientras tomo esa arma tuya y te la clave en el corazón.
-Jajaja bien confiare en ti.

Después de cambiarse Sejuani camina por un lado de Atipaq y se coloca frente a él, en ese instante Atipaq puede observarla en todo su resplandor, su casco apenas deja escapar algunos mechones de su rubio cabello, sus hombreras parecen estar hechas del mismo material que su escudo, mientras su sostén de cuero marrón deja al descubierto parte de sus pechos, tiene un cuerpo bien tonificado y de su vientre de vez en cuando se asoman sus abdominales bien formados, debajo de su cintura una diminuta falda hecha de la misma piel que la que rodea sus hombreras junto a algunos trozos de acero ceñida a su cintura dejan al descubierto sus gruesos muslos y unas botas hechas de cuero y de piel le sirven de sostén. 

Mientras Atipaq no deja de mirarla como si estuviera hipnotizado por su imponente presencia.

-Ya deja de mirarme.
-Ha disculpame pero  no entiendo ¿Por qué andas vestida así en un lugar como este?
-Eso a ti no te importa.
-Que chica más ruda eres, seguro tampoco me dirás tu nombre, bueno si te gano me lo dirás y si tú me ganas, bueno ya no importara porque estaré muerto.

Sejuani no le dice nada y sale de la caverna mientras portando su escudo y un una especie de para hecha de acero, Atipaq sale detrás de ella y por un instante ambos se observan fijamente, aunque Atipaq estaba más interesado en contemplarla, hasta que Sejuani se le va encima, pero su golpe con su mazo es interceptado por una de las hojas de la Tuximi; Atipaq de un movimiento de sus manos mueve el otro extremo de la Tuximi pero Sejuani lo bloquea con su escudo quedando ambos en enfrascado en una competencia de fuerza.

-Eres muy fuerte para ser una mujer. – Le menciona Atipaq mientras sonríe. – Puedo ver como resaltan tus pequeños bíceps.
-¡Ya deja de mirarme así!

Sejuani furiosa logra empujar a Atipaq unos metros, quien se desliza por la nieve; Sejuani nuevamente carga contra el pero esta vez usando su escudo por delante con la intención de arrollarlo, pero Atipaq crea una ráfaga de viento con la Tuximi frenando su avance, mas Sejuani se hace a un lado para y le lanza una bola de hielo que impacta la Tuximi congelando los brazos de Atipaq.

Sejuani cree que ya lo tiene y corre hacia el para liquidarlo, pero Atipaq rompe el hielo que aprisiona sus brazos y la Tuximi y los usa como proyectiles contra Sejuani, quien tiene que usar su escudo para cubrirse, en ese instante Atipaq la embiste con toda su fuerza lanzándola y haciéndola perder su escudo y su mazo.

Sejuani trata de reincorporarse rápidamente, pero ya es tarde pues puede sentir una de las hojas de la Tuximi sobre su cuello, esta al darse cuenta de su derrota se arrodilla y lo mira fijamente a los ojos.

-¿Qué esperas extranjero termina conmigo ya?
-No. – Atipaq retira la Tuximi y se la coloca en su espalda.
-No necesito tu piedad.
-No es piedad.
-¿Qué?
-El resultado de esta batalla ya estaba decidido desde que saliste de esa caverna.
-¿A qué te refieres?
-No puedes engañarme, puedo darme cuenta de que no estas al 100% de tus capacidades por lo tanto no es un combate justo.
-Extranjero tonto lo importante es ganar.
-Si pero es el ganador quien decide qué hacer con el perdedor y yo he decidido darte una segunda oportunidad.
-¿Por qué haces eso conmigo?
-Sabes yo  puedo ver en ti un gran potencial, me doy cuenta por esa determinación que hay en tus ojos, algo que ni siquiera yo poseo.

Sejuani se reincorpora, toma sus armas mientras camina en dirección de Atipaq y se detiene a un lado de este, mirando el horizonte.

-La próxima vez extranjero, yo no te daré una segunda oportunidad.
-No, no creo que lo hagas pero no creas que te será fácil acabar conmigo. – Atipaq le
 Sonríe a Sejuani, mientras esta se aleja. – Oye espera debes decirme tu nombre, ese era el trato.
-¡Mi nombre es Sejuani! – Le grita mientras se aleja en el horizonte.
-¡Es un placer Sejuani, yo soy Atipaq y te estaré esperando aquí!

Continuara…

“Y así inicia una hermosa relación de rivalidad amor y odio.”



Proximamente: Sejuani La Princesa del Hielo Parte II

viernes, 10 de abril de 2015

Atipaq el Guerrero de los Elementos



Atipaq el Guerrero de los Elementos

(Las Crónicas De Runaterra)



Capitulo 6
 Un Poro en Apuros

“Poros ¿Aun no Entiendo Como Sobreviven a Este Clima Tan Hostil?” Atipaq

Dos semanas después camino a las tierras de la Garra del Invierno

La zona noreste de Freldjord es un gran desierto blanco, donde solo unos cuantos podrían soportar y habitar dicha región, la vegetación es escasa así como los animales que la habitan, las tribus que se asentaron aquí no solo han tenido que enfrentarse a esto para sobrevivir, sino también a ellas mismas, no es de extrañar que esta sea considerada por algunos como unos de los peores lugares para vivir, más las tribus asentadas aquí parecieran estar orgullosas de habitar estas tierras, tal vez el hecho de sobrevivir a semejantes condiciones les hace creer ser superiores a otros.

“Consuelo de tontos” pensaba Atipaq mientras recorría un sendero oculto por la nieve, hasta divisar a lo lejos lo que parece ser una aldea, al llegar se da cuenta de que esta está abandonada,  no hay nada en ella pues parece que se llevaron todo, solo queda el gran arco en el cual esta dibujado la insignia de la tribu que alguna vez lo habito, casas hechas de piedras que con el pasar de la tormentas están lentamente comienzan a desplomarse y troncos podridos de lo que alguna vez forma parte del techo y las paredes principales de estas.

“¿A dónde se fueron?, ¿Por qué se fueron?”  Se preguntaba Atipaq mientras tocaba el arco de la entrada principal, mas no había ninguna respuesta el lugar parece haber sido abandonado hace muchos años.

El sol se posa en medio del cielo azul de Freldjord mientras Atipaq se dispone a comer lo poco de provisiones que le queda, mientras sus pensamientos lo devuelven dos semanas atrás en su combate con Braum.

Ahí estaban ambos esperando que el otro hiciera el primer movimiento mientras la gente de la aldea observaba el espectáculo. El lugar estaba en silencio a excepción del ruido de una ave que sobrevolaba el lugar, hasta que esta desciende y se posa sobre el tejado de una granja en ese instante Atipaq se lanza sobre Braum.

Atipaq maneja la Tuximi con mucha destreza, pero todos sus ataques lanzados con esta son interceptados por el escudo de Braum, quien a pesar de su gran tamaño y del peso de su escudo logra manipularla y moverse con gran agilidad, inclusive cuando Atipaq salta por sobre el para intentar sorprenderlo por la retaguardia.

En lucha cuerpo a cuerpo entre ambos  Braum tiene la ventaja y obliga a Atipaq a retroceder, la Tuximi no logra hacerle nada al poderoso escudo de Braum y cada vez que estos os impactan crean una extraña onda de resonancia que deja desconcertado a ambos. Atipaq intenta atacar a Braum por un costado pero este aprovecha la oportunidad para bloquear su ataque y embestirlo con su hombrera lanzándolo unos metros y haciéndolo soltar la Tuximi y dejarlo algo aturdido.

Braum aprovecha la oportunidad y ejecuta su mejor ataque (La Fisura Glacial) para terminar con Atipaq, pero este logra esquivarlo con un gran salto a la vez que recupera su arma y lanzarles novas de hielo desde su posición.

Los minutos pasan y los ataques de cada uno no logran ser efectivos contra el otro, pero a pesar de eso Braum lleva la delantera, pues Atipaq da muestras claras de estar muy agotado. Atipaq al verse casi derrotado decide utilizar un último truco contra Braum y comienza a hacer girar la Tuximi para crear una gran ráfaga de viento que hace que Braum no pueda avanzar más hacia Atipaq, por lo que se ve obligado a lanzar su escudo contra este para obligarlo a poner fin a esa técnica.

“Lo Logre.” Fue lo que Atipaq pensó cuando esquivaba el escudo de Braum y salta contra él, pero cuando cae para darle la estocada Braum crea un escudo de hielo que contiene el golpe y a Atipaq por un par de segundos mientras su escudo regresaba como un Boomerang...

-Se acabó Amiguito. – Fue lo que le dijo Braum mientras se hacía a un lado.
-No pue… - Atipaq voltea y antes de que pueda ver algo el escudo de Braum le impacta en la cara dejándolo inconsciente.

Atipaq había cometido el error de creer que Braum necesitaba su escudo para poder usar sus poderes y ese error le costó caro. Horas después Atipaq despierta y es recibido por un Braum sonriente quien lo alaba por su gran destreza y le invita un vaso de leche caliente para recuperar sus fuerzas. Al día siguiente Atipaq recoge sus cosas y emprende su marcha en dirección hacia la garra invernal, mientras en su mente se pregunta si el escudo de Braum es una arma Legendaria al igual que la Tuximi.

Devuelta al presente los de pensamientos de Atipaq se quedan en el momento en que perdió cuando de repente el sonido de algo corriendo por la nieve llama su atención.

Era un pequeño poro, corría con tanta prisa que parecía que huía de algo, Atipaq observa al poro mientras este se oculta entre las ruinas de la casa que Atipaq utilizaba para descansar, Atipaq se acerca al escondite del poro, pero se detiene al observar que del mismo lugar que de donde proviene el poro, tres hombres  más se acercan a toda prisa.

-Oye tu extraño, a donde se fue el poro.
-¿Poro? – Responde Atipaq. – Se refiere a una pequeña cosita de pelaje blanco, con cuernos que anda a cuatro patas y parece ser más tierno que un osito de felpa Demaciano.
-Si ¿Por dónde se fue?
-A... no sé.
- Sabemos que se fue por aquí podemos ver sus pisadas, así que mejor será que nos digas donde está, si no quieres sufrir a mano de la tribu del Puño Glacial.
-A bueno ahora que lo recuerdo. – Atipaq extiende su mano hacia donde el poro se había  ocultado para atraparlo. – Aquí esta. – Mientras el pequeño lucha en vano por liberarse de este. – y ¿Díganme para que lo quieren?
-Ese enano se comió nuestra comida y ahora va a pagar por ello.
-Jajaja Y díganme ¿No les da vergüenza no poder a verlo atrapado?
-¿Qué acaso te estas burlando de nosotros extranjero?
-Pues sí.
 ¿Acaso quieres morir?
-Jajaja ¿Matarme me gustaría ver que lo intentaran?
-¡Suficiente morirás!

Los tres guerreros se lanzan sobre Atipaq, pero este con un rápido movimiento los derrota a los tres dejándolos tirados sobre el piso, mientras continua riéndose de ellos.

-Ha ustedes tres son  patéticos, no me extraña que no hayan podido atrapar este poro.
-¿Quién eres tú? – pregunta uno de los tres intentando recuperarse.
-Yo soy Atipaq Noxes. – Le  responde  mientras pone una pierna sobre la espalda de este. – Y espero que esto les sirva de lección para que a la próxima sean más cordiales con los extraños.
-Pagaras por este ultraje el clan del puño glacial te…
-Ya cállate. –Atipaq le lanza una nova de hielo para dejarlo congelado mientras suelta al poro y toma sus cosas para marcharse. – Espero que hallan mejores guerreros por aquí y tu pequeño poro. La próxima vez ten más cuidado a la hora de robar comida, ahora vete antes de que estos tres se recuperen.

El poro le sonríe a Atipaq en muestra de agradecimiento para después marcharse rodando y saltando por la nieve como si fuera una bola de nieve y Atipaq continua su camino hacia la Garra Invernal.

Al día siguiente.

El viento ruge con gran fuerza, levantando la nieve del suelo en los territorios de la Garra Invernal, el otoño se acabó hace días y el duro invierno comienza a desatar sus terribles tormentas de nieve.  La visibilidad es casi nula y Atipaq se ve obligado a buscar refugio, para suerte de él encuentra una pequeña cueva en la ladera de una montaña, donde entra junto con el cadáver de un cerdo de las nieves que asesino horas antes para convertirlo en su comida.

Horas más tarde

El viento ha dejado de desatar su ira por el momento, mientras los rayos del sol comienzan a desvanecerse,  Atipaq sale de la cueva y observa el cielo, sabe que no tiene mucho tiempo pues las nubes amenazan con desatar otra gran tormenta en cualquier momento, presuroso corre en dirección a un bosque cercano en busca de leña para pasar la noche y cocinar al cerdo que acaba de matar al llegar al bosque y comenzar su recolección de leña se topa con un escudo semienterrado en la nieve.

Atipaq alza su mirada y metros más adelante puede verla semienterrada por la nieve que desato la tormenta, es una mujer lleva un casco con cuernos de hielo que oculta su corta cabellera rubia, su vestimenta no son más que un par de prendas hechas de una vieja piel que cubren solamente las partes más íntimas de su cuerpo además de unas botas y hombreras. Atipaq se acerca con cuidado a la mujer mientras la tormenta comienza a azotar nuevamente el lugar, al estar cerca y examinarla se da cuenta de que está más muerta que viva, su cuerpo está totalmente frio, sus pulmones apenas pueden respirar y su corazón lucha para dar algunos latidos.

Continuara…

En el próximo capitulo descubre quien es esa mujer.



Proximamente: La Princesa del Hielo

viernes, 27 de marzo de 2015

Atipaq el Guerrero de los Elementos

Atipaq el Guerrero de los Elementos
(Las Crónicas De Runaterra)



Capítulo 5
La Corrupción de los Yetis.

“Los Yetis no son Malos Solo Son Unos Incomprendidos” Atipaq

-Alto. – De pronto sobre la niña una pequeña aura blanca  brilla y frente a ella esta Braum quien con su escudo ha logrado frenar al rabioso Yeti.
-¿Qué paso?, ¿Pero si hace un segundo estaba acá en mi costado y ahora esta allá? – Atipaq había estado distrayendo mirando al otro Yeti, que no se fijó cuando Braum desde donde estaba se impulsó y dio un gran salto hasta la pequeña, para protegerla del Yeti.
-¡Uraaa Braum, Braum, Braum! – Gritaba la gente que reaccionaba ante la proeza del héroe quien con un certero derechazo dejaba inconsciente al  Yeti.

El otro Yeti al observarlo corre hacia él y usa como trampolín una vieja carreta para saltar hacia el héroe, pero Braum rápidamente con un salto lo intercepta haciéndolo caer, para después lanzar su escudo como si fuera un boomerang para dejarlo fuera de combate.

-¡Viva Braum, Braum, Braum! – Seguía gritando la gente mientras el héroe cargaba a la niña en sus hombros y la regresaba con su madre.
-Vaya a cabo con los dos yetis con mucha facilidad, sin duda el bigotón es muy fuerte.

Minutos después las alabanzas de Braum se disipaban para dar paso a una discusión sobre el problema de los Yetis; entre los comentarios surge el de un campesino que jura haber visto a la Bruja de Hielo desplazarse en dirección hacia la caverna de los Yetis, días antes de que estos comenzaran con su hostigamiento hacia el pueblo.

-Entonces esta decidido Braum ira hacia la caverna de los Yetis en búsqueda de la Bruja de Hielo. – Respondía el héroe, mientras algunos aldeanos cuestionaban si era lo correcto.
-Es muy peligroso incluso para alguien como Braum.
-No se preocupen amiguitos Braum sabe cómo protegerse.
-Si pero estos Yetis que están aquí deben ser regresados a su caverna, no sabemos cómo reaccionaran cuando despierten.
-Entonces los llevare conmigo.
-¡Buena suerte Braum y regresa pronto! – Eran las palabras de los aldeanos al despedir a su héroe.
-Espera Mostachón  yo iré contigo. – Detrás de Braum aparece Atipaq quien está decidido a acompañarlo. – Desde que llegue a Freldjord el primer nombre que he escuchado es el de la Bruja de Hielo y ya es hora de que la vaya conociendo, así como de comprobar lo tan terrible que es.
-Esta jornada es algo muy peligroso pequeño amigo.
-Yo se cuidarme solo además por tu forma de ser y de pelear, no creo que seas alguien que este acostumbrado a llenarse las manos de sangre y necesitaras que te ayude con ese asunto. Además aun me debes una pelea.

Braum y Atipaq se observan fijamente, mientras el resto de la gente permanece en silencio, como si esperaran que una función de golpes comenzara.

-Eres muy valiente y está bien acepto tu compañía.

Y así Braum y Atipaq comienzan su ascensión hacia la caverna de los Yetis acompañados de algunos hombres del pueblo, quienes con sus carretas y bestias llevan los Yetis, mientras Atipaq y Braum tenían una mena charla.

-Y dime grandulón, ¿Cómo es que te hiciste tan grande y fuerte?
-Pues con un duro entrenamiento y una muy buena alimentación.
 -¿Pues que te daba tu mama para ser tan grande?
-De niño Braum siempre ha tomado leche de carnero, mi madre decía que me aria una persona muy fuerte.
-¿Oye que hay en esa otra dirección? – Preguntaba Atipaq señalando un sendero que se desprendía del camino.
-Hacia allá se encuentran otras tribus guerreras, ellas son muy peligrosas y siempre están en estado de beligerancia.
-Entonces puede que hallan guerreros muy fuerte… bueno después iré a dar un paseo por ahí, ahora…
-Al fin llegamos, la caverna de los Yetis, muchas gracias amigos por su ayuda, ahora será mejor que regresen al poblado, pues esto será muy peligroso.

Atipaq y Braum toman a los yetis e ingresan a la gran caverna, esperando encontrar a la Bruja de Hielo. En los primeros metros de la cueva se puede observar  acomodados en fila a los cadáveres de aventureros que osaron ingresar a la caverna buscando fama y solo hallaron muerte a manos de los Yetis.

Cerca de la mitad de la profundidad de la caverna, la luz del sol se desvanece y esta es alumbrada por la luz de hermosos cristales luminosos que se desprenden del corazón de la montaña. Mas allá en la mitad de la caverna se abre un gran cuarto del cual salen varios túneles y en medio de esta sala algo inusual se levanta, un gran pilar de hielo oscuro el cual encierra a un gran Yeti. Era e líder de este clan de Yetis.

-No hay nadie grandulón, el lugar esta vacío, solo esta ese Yeti congelado en ese raro pilar de hielo oscuro.
-Estas equivocado, ahí vienen.
-Ah si ya los...

Atipaq deja caer al Yeti inconsciente, mientras desenfunda su arma y observa a su alrededor como los Yetis salen de los túneles.

-Esos ojos y ese comportamiento lo he visto antes. – Pensaba Atipaq mientras observaba a las rabiosas bestias prepararse para precipitarse sobre ellos.
-Quédate detrás de mí Atipaq.
-¿Qué…?

De pronto los Yetis al unísono lanzan cristales de hielo sobre ellos, mientras Braum se concentra y hace que de su escudo una gran pared de hielo solido se erigía cubriéndolo a ambos de los proyectiles y de algunos Yetis que se abalanza detrás de estas sobre ellos. Braum soporta la embestida de los Yetis, para después de una carga empujar a la pared de hielo y a los Yetis con ellos.

-Oye Atipaq, no los mates.
-¿Qué?
-No es su culpa se han perdido en su ira… no tienen forma de controlarse- Los Yetis continúan su carga mientras Braum nuevamente levanta la pared de hielo para contrarrestarlos.
-No se detendrán Braum, no hay otra opción. – Le responde Atipaq mientras lanza una nova de hielo para incapacitar a algunos yetis. – No sé de qué manera los corrompió la Bruja de Hielo pero te aseguro Braum que no hay forma de pararlos.
-Si la hay Atipaq observa frente a ti.
-Ese Yeti congelado.
-Así es él es el líder de este clan, si lo liberamos puede que él pueda contenerlos.
-Entonces cúbreme y yo me hare cargo de liberarlo.

Después de una embestida Braum y Atipaq corren en dirección del pilar de hielo congelado. Braum usa su gran fuerza  y su escudo para abrir el camino al frente, mientras Atipaq lanza novas de hielo para cubrir  su retaguardia. Y después de unos segundos de agonía logran llegar hasta el pilar del líder yeti, Atipaq usa su Tuximi para intentar cortar el hielo pero esta solo logra rasguñarla.

-Imposible este hielo es más duro que cualquier metal conocido, solo queda una cosa por hacer. – Atipaq se concentra mientras un lado de la Tuximi se enciende en llamas y de un solo movimiento Atipaq logra clavarla en el hielo que comienza a agrietarse y desmoronarse, liberando a su cautivo.
-Bien lo hemos logrado. – Exclama Atipaq.
-No ya es demasiado tarde el líder Yeti ya está casi muerto. – Le responde Braum mientras lo coge y puede ver como este da sus últimos suspiros mientras lo mira a los ojos como si le estuviera diciendo algo. – Atipaq salgamos de esta cueva.
-Pero y los Yetis no podemos dejarlo así.
-Aún hay una forma tu ven conmigo. - Le responde Braum mientras lanza su escudo que rebota en algunos yetis antes de volver hacia él. – ¡Rápido!

Atipaq y Braum corren hacia el túnel que lleva a la salida, al llegar Atipaq hace girar la Tuximi y crea un remolino de aire que empuja a los Yetis y les da algo de distancia.

-¿Qué es lo que planeas?
-Vamos a encerarlos.
-¿No sería más humano matarlos ahora que matarlos de inanición?
-Jajajaja Los Yetis tienen en sus cuevas grandes reservas de comida, además de que pueden hibernar y pasarse medio año durmiendo.
-¿Entonces?
-Si los enceramos durante algunos años puede que la influencia de la Bruja merme en ellos y de entre ellos aparezca un líder que los controle.
-Si pero ¿Sabes la cantidad de escombros que se necesitara para cubrir esa gran entrada por años?
-Tú déjamelo todo a mí.

Al salir Braum se queda frente a la entrada mientras Atipaq retrocede para darle espacio y observar, como Braum a un gran salto y al caer clavar su escudo sobre el suelo congelado para crear una gran ola de hielo que se abe en dos formando una gran fisura de al cual salen grandes pilares de hielo que impactan el techo de la caverna, creando una gran inestabilidad en el terreno que hace que la entrada y gran parte de la montaña colapse cubriéndola por completo.

-Eso fue increíble destrozaste toda la entrada.
-Jajaja te conté que una vez atravesé una montaña con mis puños.
-Bueno creo que con esto será suficiente y ahora tu bigotón me debes una pelea. – Le dice Atipaq a Braum mientras caminan de regreso al poblado.
-Está bien pequeño amigo mañana pelearemos, ahora regresemos al poblado para celebrar bebiendo un buen vaso de leche de cabra. – Le responde Braum mientras le da una palmaditas en la espalda.
-Hey más suave grandulón que no soy de hielo.
-Jajajaja que graciosos eres amiguito.


"Seis Años Mas Tarde Un Pequeño Niño Montado En Un Gran Yeti Se Convertirá en el líder de estos y los Liberara de la Corrupción de la Bruja de Hielo, su nombre: 
Nunu"



Continuara...

Próximamente: Un Poro En Apuros. 

lunes, 16 de marzo de 2015

Atipaq el Guerrero de los Elementos



Atipaq el Guerrero de los Elementos
(Las Crónicas De Runaterra)



Capítulo 4
El Corazón de Freljord

“He viajado por toda Valoran y no encontrado a alguien más bueno que Braum.” Atipaq

Dos Semas Después Cerca de las Tierras de los Avarosa.

El duro invierno se acerca a Freldjord, mientras Atipaq sigue el sendero que su maestro le ha marcado, durante los últimos días ha bajado  por un camino que lo lleva en dirección hacia las tierras el Avarosa, mientras más se acerca a esa tierra,  la cantidad de nieve en el paisaje disminuye, así como las montañas son cada vez menos empinadas y desde donde puede observar los aun verdes campos de los Avarosa.

En su camino Atipaq solo ha encontrado un par de poblados pequeños donde  se dedican a la caza de Cerdos salvajes y la pesca en un rio que amenaza con congelarse, mas ningún de sus moradores podía significar un oponente digno para él.

Cerca de la cima de una montaña Atipaq se sienta para admirar el paisaje y comer algo, al hacerlo se da cuenta de que sus raciones de comida están casi agotadas, cuando de pronto el grito de alguien pidiendo ayuda le llama atención.

Al subir la montaña puede observar al otro lado a una mujer con su hijo su hijo y una cabra intentando huir de un Yeti, el cual parece fuera de control, por un momento a Atipaq la bestia le hace recordar al Cambiapieles.

La mujer y sus acompañantes llegan hasta uno de los lados de la montaña, mientras el furioso Yeti está cada vez más ceca de ellos y con sus manos coge un bloque de hielo que lanza sobre ellos, pero a medio camino Atipaq cae de la montaña y con su tuximi (el arma de su maestro) pulveriza el bloque de hielo, para después ir contra el Yeti el cual trata de cogerlo, pero el Yeti es muy lento y Atipaq logra esquivarlo y sujetarlo de su cabeza para azotarlo contra el frio piso y dejarlo inconsciente.

-¿Están bien? – Le preguntaba Atipaq a las personas.
-Oh si gracias a ti joven, ¿Quién eres?
-A yo soy… 

En ese instante Atipaq recuerda que su maestro le dijo que no revelara su verdadero nombre.

-( Atipaq pensando: Ba yo no are las cosas como usted, lo are a mi manera). – Mi nombre es Atipaq.
-¿Es un nombre raro, dígame de que tribu es usted?
-¿Tribu?, de ninguna yo vengo de los Montes Apuntalados.
-Oh un extranjero, no muchos extranjeros vienen a Freldjord, bueno en muestra de agradecimiento déjenos invitarles algo de comer en nuestra morada.
-Muchas gracias, he pueden adelantarse, yo iré detrás de ustedes, pues he dejado mis demás pertenencias sobre la montaña.

 La mujer, su hijo y su cabra se alejan mientras Atipaq voltea hacia el Yeti quien está recuperando el conocimiento.

-Según mi maestro solo hay una opción para aquellos que se han perdido en la ira, la muerte pero… esta vez no es necesario.

Atipaq se concentra y lanza sobre el Yeti una nova de hielo que lo congela.

-Pasaran horas antes de que te descongeles, solo espero que no me busques, porque si lo haces no dudare en matarte.

Más tarde.

La mujer y su hijo conducen a Atipaq hacia los verdes campos, cerca de la tribu de los Avarosa, se encuentra una pequeña tribu, los Ullcars que es de donde ellos provienen, es una tribu de pastores y campesinos que viven en relativa paz ya que han logrado negociar con los Avarosa y otras tribus, para que esta tribu se convierta en la despensa de las otras en tiempos de guerra.

Atipaq entra a una pequeña cabaña de madera, al costado de esta está el corral de las cabras y la granja de los pollos se sitúa detrás del granero donde se almacena  todo la cosecha.

-Díganos joven que lo trae a nuestras tierras. – Le pregunta la mujer a Atipaq mientras le sirve algo de maíz Freldjoriano junto a un poco de té.
-Bueno he venido a buscar y a aprender de los guerreros más fuertes de Freldjord el arte de controlar el hielo ya que los guerreros Freldjorianos son famosos por esto.
-No creo que dejen conocer sus secretos sobre cómo manejar el hielo.
-Entonces los obligare a la fuerza a enseñarme.
-Eres muy fuerte, pero necesitaras más que esa arma rara que tienes para poder luchar contra los mejores guerreros de Freldjord.
-Ja eso habría que comprobarlo y dígame ¿Qué hacía usted allá arriba?
-Estábamos buscando una cabra que se había perdido y la encontramos y también a ese Yeti.
-¿Son así los Yetis de esta zona?
-No los yetis de este lugar  por lo general evitan a los humanos y si ven uno prefieren correr, solo pelean si encuentran que su vida está en peligro.
-¿Y a este que le paso?
-No lo sabemos, pero el comportamiento de los Yetis últimamente ha cambiado, se están volviendo muy violentos y cada vez  se acercan más a nuestro poblado.
-Eso es un problema.
-Si pero por suerte Braum llegara pronto para ayudarnos.
-¿Braum?
-Es nuestro héroe, siempre ayuda a los demás en especial a los más débiles, él es muy fuerte y estamos seguros que encontrara una solución para nuestro problema, la princesa de Avarosa Ashe gentilmente nos ha ayudado a encontrarlo. 
-¿Y usted cree que este Braum podría ayudarme?
-Ahora que lo pienso sí, es probable que él sea el único en todo Freldjord que no le importaría compartir con alguien más sus habilidades.
-Entonces  no le importa si me quedo en su granero a esperarlo.
-No de ninguna manera, además Braum debe de estar llegando mañana.
-Bien hasta entonces me quedare y vigilare por si algún yeti se atreve a acercarse.

Atipaq decide quedarse en la casa de la mujer, mientras espera la llegada de Braum, además de escuchar los grandes relatos sobre él y otras noticias que acontecen en Freldjord, en especial los que tienen que ver con la tribu Avarosa, y su líder la princesa Ashe de quien se cuenta es la mejor arquera en todo Freldjord.

Al día siguiente

Atipaq aún está durmiendo, cuando el sonido de la gente vitoreando el nombre de Braum lo hace despertarse, al subirse al techo de la granja puede observar a la multitud aglomerarse alrededor del héroe y a otros recién saliendo de sus casas o del campo para unirse a la multitud y vitorear el nombre del héroe más grande de Freldjord.

“Braum, Braum, Braum,  Braum” Es lo único que se escucha decir a la gran masa de gente, que lo rodea.

-Interesante. – Piensa Atipaq mientras observa a Braum acercarse al poblado, quien esta vestido con sus habituales atuendos, en su mano izquierda lleva su imponente escudo mágico y con su otra mano carga una enorme vaca que parece tener la pierna rota, además de ir con su peculiar bigote y una gran sonrisa de oreja a oreja por la aclamación popular.

-Jajajaja mis querido amigos, muchas gracias por este gran recibimiento. – Respondía Braum a las aclamaciones, mientras bajaba la vaca.
-¡Viva Braum! ¡Braum, Braum, Braum, Braum!
-Valla, valla así que tú eres el famosos Braum. – Pronuncia Atipaq, mientras salta del techo del granero en dirección a Braum.
-Jajajaj si y tu quien eres pequeño amiguito.
-Yo soy Atipaq y venido hasta aquí a retarte a un enfrentamiento, si te derroto me enseñaras todos tus secretos.
-Jajajaja Que gracioso es el extranjero. – Fue lo único que escucho Atipaq, toda la gente del poblado se reía de él, por su atrevimiento de retar a Braum.
-Eres muy valiente pequeño amiguito, pero Braum cree que aun necesitas más entrenamiento para enfrentarte a él.
-¿Que tienes miedo?
-Jajajajaja. – La gente continuo riendo, lo colmo la paciencia de Atipaq quien lanzo un rayo de hielo sobre el piso congelándolo y haciendo que la gente sobre el resbalara y cayera pesadamente y asustando a algunos.
-No deberías hacer eso pequeño amiguito. 
-Oblígame grandulón y deja de decirme pequeño.
-Está bien Braum luchara contigo.

La gente se alejaba de ambos, Atipaq los observaba a todos y podía observar que la gran mayoría de la gente de la Tribu, tenía los ojos azules y los restantes lo tenían de un color verde turquesa. Los ojos rojos de Atipaq brillaban con intensidad y se posaban sobre los de Braum, mientras el lugar se cubría de un gran silencio, cuando de pronto un gran ruido interrumpió.

-GAaaahhhh. – El Yeti que Atipaq había congelado había regresado y además traía a otro consigo.
-Otra vez esa bestia.

La gente asustada corría despavorida en dirección a Braum, para ponerse detrás de este, pero entre la multitud una pequeña niña quedo rezaga y tropieza cayendo al suelo.

-¡No mi hija! – Gritaba la desesperada madre, mientras uno de los Yetis corría hacia la pequeña, la pequeña se queda inmóvil al ver al gran Yeti acercarse hacia ella, sus piernas le fallan y no se mueve, esta aterrada mientras el Yeti se dispone a arrollarla.

Próximamente: La Corrupción de los Yetis.


Hace un año:

"Con el invierno de Fréljord arreciando y una batalla furibunda librándose a su alrededor, un poro valiente rebota de aquí para allá en búsqueda de bocadillos."



domingo, 8 de marzo de 2015

Atipaq el Guerrero de los Elementos


Atipaq el Guerrero de los Elementos
(Las Crónicas De Runaterra)



Capítulo 3
La Ira del Cambia Pieles

“La Ira puede hacerte perder la razón, peo también puede hacerte muy poderoso.” Atipaq

12 años después

Freljord

El sol abrazaba tibiamente las heladas cumbres de Freljord, mientras Kawiri y Atipaq cruzaban sus heladas tierras, en dirección hacia el bosque de los Cambia Pieles.

Durante los 12 años que Atipaq ha permanecido con Kawiri, pocas han sido las ocasiones en que han salido más allá de las faldas del Genkis y principalmente lo hacían hacia los poblados cercanos en busca de objetos y utensilios necesarios que la naturaleza no les podía proveer. Y siempre en sus descensos Atipaq podía observar a lo lejos en el horizonte las blancas montañas de Freljord y sentir el viento frio que provenía de aquel lugar y una curiosidad por conocer todo aquello que hay más allá de los Montes Apuntalados.

-Maestro porque estamos en este lugar.
-A quería que conocieras la nieve.
-¿En serio?
-No tonto.
-Entonces.
-Porque no te esperas hasta que lleguemos para que te lo cuente, ya falta poco, así que se paciente.
-Si claro se paciente como usted no tiene que cargar todo.
-Si sigues con esa actitud, te hare cargar un pedazo de este lugar.

Atipaq desde que llegaron a Freljord no ha cesado durante todos los días en preguntarle a su maestro el motivo de este largo viaje y este siempre ha esquivado la respuesta, como si ocultara algo malo para su joven aprendiz. En la noche Atipaq y su maestro se turnaban para vigilar el sueño del otro de alguna amenaza que pueda haber.

En los momentos en los que Atipaq estaba despierto recordaba la mañana en la que su maestro le dijo que empacara todo lo necesario, pues harían un largo viaje hacia Freljord, así como recordaba todas las historias que este le contaba cuando viajaba por toda Valoran, sus batallas contra otros guerreros, los lugares que conoció y todos los peligros que ha tenido que sortear avivando en Atipaq un deseo por querer conocer Valoran y los misterios que esta esconde.

-Bueno al fin hemos llegado.

Ante ellos y en medio de los grandes montes congelados se erguía un gran bosque congelado de enormes árboles.

-Maestro este bosque es impresionante y también es increíble que estos grandes árboles puedan soportar y florecer en este clima tan extremo.
-Estos bosques que tú ves aquí desde antes de que el hombre pueda caminar en dos pies, se dice que era el antiguo hogar de seres primigenios.
-¿Seres primigenios?
-Así es son los ancestros de muchas criaturas que hoy en día habitan Runaterra, estos bosques eran sus dominios Y estos bosque también son el hogar de los Cambiapieles.
-¿Cambiapieles?
-Una ancestral casta que ha heredado este bosque, como hogar y Santuario,  cada cierto tiempo nace uno con habilidades excepcionales, capaz de escuchar a los espíritus de Freljord.
-¿Y el motivo para venir aquí es de visitarlo?
-No, tú te enfrentaras a él.
-¿Qué yo que?

Kawiri voltea ante el asombro de su aprendiz, mientras se internan en el espeso bosque.

-Mi pequeño padawan desde que comencé a entrenarte a la única persona a la cual te has enfrentado es a mí y siempre te e vencido con mucha facilidad.
-Eso no es novedad.
-No me interrumpas y escucha. En las últimas semanas me he dado cuenta que tu progreso es menor a la de otras épocas y con una clara tendencia a empeorar y eso se debe a que necesitas otros rivales cuyas habilidades sean distintas a las mías y cuyo nivel se asemeje más al tuyo.
-(Atipaq Pensando) Si si si usted es el más poderoso de Runaterra.
-Es hora de que pongas en práctica todo lo que te enseñe y me demuestres que no he pasado los últimos 12 años de mi vida criando y entrenando a un muchacho que se supone es un elegido y no un muchacho majadero y llorón.
-(Atipaq pensando) Y comienzan los golpes bajos.
-El Cambiapieles será un buen rival para ti hace mucho tiempo me enfrente a uno en un combate amistoso, el cual me ayudo a mejorar y darme cuenta de mis falencias y debilidades, espero que contigo suceda lo mismo.
-Entonces es un hombre amistoso, el que conocí si y estoy seguro que el de esta época no será diferente, son personas pacíficas.

Ya es casi mediodía y Atipaq y Kawiri se encuentran en medio del bosque, es la hora del almuerzo y Kawiri le ordena a Atipaq preparar todo para preparar el almuerzo mientras él va  en busca de algo de leña seca para encender una fogata. Los minutos pasan, Atipaq ya ha preparado todo y se queda observando un gran árbol de casi diez metros de altura, que pareciera rozar el suelo,  cuando de pronto una extraña sombra aparece detrás de él.

-¿Maestro? – Fue lo único que logro pronunciar antes de que el hombre frente a él se abalance hacia el con la furia de una bestia salvaje que busca asesinar a su presa. Peo Atipaq logra reaccionar a tiempo y esquivar el ataque del extraño así como observarlo.

Es un hombre, de cabellera y prominente barba, viste ropas hechas con pieles de diversos animales que viven en la zona, en especial de lobos, sus ojos están llenos de ira y responde al nombre de Udyr, quien hace tiempo perdió a su mentor a manos de la Bruja de Hielo.

-¿Quién eres tú y que te pasa?
-Lar…go… de… mis… tierras.
-¿Eres tú el Cambiapieles?
-¡Dije que te largaras!

Udyr se lanza nuevamente sobre Atipaq, mientras insiste en que este se vaya, Atipaq sin más remedio trata de defenderse con una ráfaga de viento gélido, la cual solo hace a Udyr retroceder unos cuantos pasos, pero los suficientes  como para que Atipaq lance su contraataque. Pero todos los golpes que lanzan son interceptados con facilidad por Udyr quien lo sujeta y lo estrella contra un gran árbol.

Udyr logra asestarle otro golpe en el vientre que deja a Atipaq casi sin aire, quien desesperado intenta crear una bola de fuego inútilmente pues está muy cansado y débil después de haber cargado todo el equipaje por horas y el hecho de no haber almorzado aun, solo tiene la energía suficiente para invocar una bola de hielo, la cual logra congelar a Udyr, pero la capa de hielo es muy fina y Udyr logra romperla así como ponerse más furioso después del ataque.

-¡Esbirro de la Bruja de Hielo voy a aniquilarte!
-Creo que este es mi fin ya no tengo fuerzas para seguir luchando.

Udyr corre a toda prisa y con gran facilidad sobre la nieva, mientras Atipaq agitada solo atina a observar cómo se acerca a él, pero antes de que este pueda llegar hacia él, los grandes árboles comienzan a congelarse y una gran nova de hielo cae sobre Udyr congelándolo.

-Apresúrate Atipaq recoge todo y vámonos que esa prisión de hielo no lo detendrá por mucho tiempo.
-Maestro, usted dijo que era un tipo amigable y este de amigable no tiene ni la ropa que lleva puesto.
-Deja de decir tonterías muchacho y de una vez coge todo.

Atipaq y Kawiri recogen todas sus cosas y salen rápidamente del bosque mientras el hielo que mantenía prisionero a Udyr revienta y lo deja libre, este da un gran rugido que hacía temblar los nevados cercanos y que se escuchaba a kilómetros, inclusive hasta donde Atipaq y Kawiri se encontraban.

-Escuchas ese aullido Atipaq ese aullido es el aullido de la ira desenfrenada.
-Ira desenfrenada, ¿Está diciendo?
-Si aquel hombre al que te enfrentaste es en estos instantes más una bestia salvaje llena de ira y desconfianza hacia todo lo que no sea parte de su mundo, ya casi no es un ser humano si no un recipiente de ira y dolor incapaz de razonar y entender.
-Puede usted hacer algo por él.
-No lo creo, todos a los que me enfrente con esas mismas características terminaron muertos, pues no encontraba la forma de llegar hasta su lado humano.
-¿Y esta vez porque no lo hizo?
-Por respeto, a pesar de que se ha convertido en una bestia salvaje, sigue siendo en el fondo un ser honorable, tal vez algún día alguien pueda ayudarle a recuperar su humanidad, ahora vámonos.
-He maestro él dijo algo sobre una Bruja de hielo.
-¿La bruja de hielo?, creí que nunca más escucharía ese nombre.
-¿La conoce?
-Ya te conté lo que se sobe ella, acaso ya lo olvidaste.
-Así discúlpeme pero con todo lo que ha pasado se me había olvidado quien era.
-¿Qué será lo que ella le habrá hecho?, ¿Tal vez deba cambiar los planes?
-¿Qué haremos ahora?
-Primero preparemos la comida que necesito pensar y nunca pienso bien con el estómago vacío, ya mañana por la mañana decidiré que hacer.

Al día siguiente Kawiri se levanta antes de que el sol espante las estrellas, toma su arma y comienza a ordenar las cosas, preparando todo para partir.

-Atipaq levántate, ya es hora de que partas.
-¿A qué se refiere maestro?
-Lo acontecido con el Cambiapieles cambia todos mis planes, pero tu entrenamiento debe continuar.
-¿A qué se refiere?
-Escucha sé muy bien que siempre has deseado conocer todo lo que había más allá de los Montes Apuntalados, pues este es tu oportunidad, toma esto.
-Maestro me está entregando su arma.
-Ya has alcanzado el nivel suficiente como para usarla y en este viaje que vas a emprender, la necesitaras más que yo para poder manipular mejor a los elementos recuerda que es una arma mágica, además la primera parte de tu entrenamiento está concluida y lamentablemente no podre guiarte en la segunda parte de esta pero confió que todo lo que te enseñado te será de ayuda para sobrevivir.
-Maestro está diciendo que viajare solo sin su guía.
-Ya eres mayor de edad, es hora de que te comportes como tal, solo espero que no te metas en muchos problemas, ni te desvíes de tu senda, e empacado todo lo que podrás necesitar, incluyendo los mapas de las estrellas que te ayudaran a guiarte por toda Valoran, así como piedras preciosas que podrás cambiar en los poblados por aquello que necesites como comida, recuerda todo lo que te he enseñado sobre el valor de estas y de cómo usar los mapas.
-Maestro que ara usted.
-Yo me quedare un rato más acá vigilando por si el Cambiapieles intenta seguirte, después tengo que hacia el Abismo de los Lamentos, debo averiguar que le ocurrió al Cambiapieles y buscar las respuestas a mis preguntas los elementos en este lugar se agitan demasiado y debo saber porque, tu por tu parte tienes que encontrar sujetos fuertes con los cuales puedas enfrentarte y perfeccionar tus técnicas. Estoy seguro que aquí en Freljord podrás mejorar en el uso y manipulación del hielo, ve por donde el mapa te lo señale, no vayas por donde no te este señalado pues los peligros en ellos pueden ser demasiado para tus habilidades actuales y tampoco vayas a donde yo voy.
-Maestro cuando nos volveremos a ver.
-Después de terminar de aclarar mi mente regresare a casa ahí estaré esperándote y vigilándote con la ayuda del viento, así que se consiente de que te estaré vigilando y que te enviare mensajes a través el viento, ah y en tus batallas cuando te enfrentes a alguien, no des tu verdadero nombre y solo utiliza un elemento, concéntrate en mejora tu control sobre los cinco, pero hazlo uno a la vez para que obtengas mejores resultados, aquí en Freljord estoy seguro que podrás mejorar tus habilidades con el hielo, los habitantes de esta tierra llevan siglos perfeccionando su uso, así que no desaproveches su sabiduría, así como la de ningún otro por más pequeña que te parezca, siempre se puede aprender algo cada día, ahora vete.
-¿Cuándo terminara mi viaje?
-Cuando termines de ir a los lugares señalados, estoy seguro que con tu nivel actual tardaras no más de 7 años en volver a casa, ahora vete y recuerda todo lo que te enseñe y estas últimas palabras:

“Se duró como la piedra, moldeable como el agua, ágil como el viento, rápido como el rayo e indomable como las llamas y te harás un guerrero muy poderoso”

Fueron las últimas palabras de Kawiri, mientras él y Atipaq tomaban rutas distintas.

-Adiós maestro hasta que me convierta en un verdadero Guerrero de los Elementos.

Y así el viaje solitario de Atipaq sobre Valoran comienza.

Continuara…

Maestro y Discípulo toman caminos distintos mientras algo siniestro se alza en el horizonte.

Próximamente: El Corazón de Freljord


lunes, 23 de febrero de 2015

Atipaq el Guerrero de los Elementos

Y continuemos con la historia


Atipaq el Guerrero de los Elementos
(Las Cronicas de Runaterra)



Capitulo II
El Despertar de una Leyenda

“Nada es más doloroso para una madre que enterar a su propio hijo; excepto para un hijo enterrar a toda su familia y conocidos” Atipaq.

En las Faldas del Genkis

El día apenas había comenzado, mientras él seguía con su larga hibernación y de pronto su apacible sueño se vio envuelta por llamas azules y entonces se dio cuenta de que era hora de despertar.

 Se asomó a ver el mundo una vez más, había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo hizo, todo parecía estar igual como siempre, pero había algo diferente el cielo rugía de una forma extraña, de una forma que jamás había presenciado y el viento al compás del estruendo de los rayos soplaba en una sola dirección.

Sus ojos se posaron sobre aquel lugar, podía sentir que la tierra bajo sus pies intentaba hacer que se moviera y que fuera hacia allá. Los elementos lo llamaban a moverse y a ir sobre aquel lugar donde se erige un pequeño poblado.

Y así Kawiri, el maestro de los elementos tomo su arma y marcho hacia aquel lugar.

Poblado Pukinari

Atipaq había quedado inconsciente y tirado sobre un grupo de plantas que lo ocultaban de los barbaros y de su ira insaciable por la sangre. Las horas pasaron y su desmayo se convirtió en un simple sueño, al cual su mente lo había llevado.

Eran imágenes alegres, recuerdos de épocas buenas, ahí estaba el en el comedor junto a su madre y su pequeña de tres años y el asiento vacío de su padre al cual casi no recuerda, pues se fue cuando  su hermana apenas había nacido hacia Noxus, su lugar de origen.

Pero hasta los sueños más hermosos pueden convertirse en pesadillas y aquella apacible imagen hogareña pronto se vio en vuelta en llamas azules separándolo de su familia; y en ese instante el miedo lo despertó.

El sol se situaba casi a la mitad del cielo marcando el medio día, mientras Atipaq se levantaba para observar con horror todo el paisaje a su alrededor, cuerpos regados y mutilados, grandes charcos de sangre donde aterrizaban los buitres para alimentarse de los muertos, mientras el fuego consumía las viviendas.

Los barbaros se habían marchado dejando solo muerte, nadie se salvó ni siquiera los animales domésticos quienes yacían muertos en sus corales acerca a sus dueños, ahí solo estaba Atipaq quien había comenzado a llorar, sin darse cuenta que su llanto atraería a un grupo de lobos que habían sido atraídos al poblado por el olor que habían comenzado a desprender los cadáveres.

Atipaq débil por el golpe que había recibido del bárbaro apenas lograba caminar y al girar en una esquina donde una casa es consumida por el fuego,  se topa con los lobos que estaban peleándose por devorar el cadáver de un campesino, en ese instante el niño trata de correr pero tropieza con la pierna de otro muerto, mientras los lobos van tras él.

Uno de los lobos se adelanta a los otros y se abalanza sobre el niño, pero antes de que pueda llegar hasta el, el fuego de la cabaña pareciera cobrar vida y crea un muro entre el niño y las bestias quienes asustadas huyen del lugar.

El muro se mantiene, mientras Atipaq observa con asombro y miedo el muro mientras de él, emerge la figura del Maestro de los elementos, que se acerca lentamente al niño.

-Tranquilo hijo no voy a lastimarte, he venido a ayudarte.
-Ayudarme…

El maestro de los elementos, se inclina hacia Atipaq quien aún no paraba de llorar, para recogerlo del suelo y consolarlo.

-¿Quién hizo todo esto?
-Barbaros… barbaros malos…
-Barbaros, es extraño porque siento los ecos de una magia demoniaca y oscura usada recientemente y todas las víctimas son solo aldeanos, no hay ni un solo bárbaro caído. Tranquilo pequeño yo te protegeré, no permitiré que nadie te lastime.

Su abrazo, era cálido y reconfortante, era como el de su padre, el pequeño Atipaq se quedó dormido en los brazos del maestro de los elementos, quien lo llevo consigo, hacia su morada.

Al día siguiente.

El sol amanece nuevamente en las faldas del Genkis, mientras las aguas fluyen de la cascada del rio Khan que era quien regaba los campos e Pukinari. Atipaq despierta, para verse envuelto en una cama hecha con pieles de Inamarus. Esta algo desorientado, hasta que se da cuenta de que esta en una cueva, al salir puede ver al maestro de los elementos, quien está preparando el desayuno.

Su apariencia es la de un hombre que está cerca de los cincuenta años, sus ojos son de color marrón, mientras su cabello presenta canas en algunas zonas, vestía una ropa simple pues había dejado su armadura y su arma dentro de la cueva que se había convertido en su morado desde que desapareció de Valoran, hace eones.

-Al fin has despertado pequeño, siéntate que tenemos que hablar y desayunar.
-¿Quién es usted señor?
-Mi nombre ya lo olvide hace mucho tiempo, ahora todos me llaman Kawiri.
-¿Kawiri?
-Significa Maestro de los elementos en una antigua lengua ya extinta ¿Y tú cómo te llamas?
-Yo soy Atipaq, Atipaq Noxes.
-¿Recuerdas lo que paso en tu aldea?
-Solo recuerdo que entre en ella y…
-Tranquilo, debe ser muy duro lo que ha pasado, pero en la vida muchas veces habrán grandes tormentas, pero también habrán épocas buenas, solo queda seguir adelante con todas nuestras cicatrices.
-Usted es un guerrero.
-Sí, ayer en la tarde, después de recogerte fui en búsqueda de los barbaros que atacaron tu aldea y lamento decirte que no los encontré, seguí su rastro hasta un sendero sin salida y de ahí no había más rastro solo los rezagos de una magia oscura que jamás he visto. Ahora solo nos queda honrar a tus muertos.

 Después del desayuno Atipaq y Kawiri bajan de la montaña hacia el poblado, Atipaq se queda sentado bajo un árbol observando a Kawiri que se dedica a recoger los cuerpos de los pobladores en un claro. Donde usando sus poderes hace que el suelo se habrá y trague los cuerpos en su interior.

De pronto Kawiri regresa con el cuerpo de una mujer y una niña pequeña. Atipaq rápidamente reconoce los cuerpos y corre a abrasar por última  vez a su hermana y su madre. Mientras Kawiri observa que la madre de Atipaq protegía algo entre sus manos.

-Atipaq atesora y cuida este medallón, tu madre murió protegiéndolo, junto a tu hermana.

El medallón de la madre de Atipaq, tenía un extraño símbolo dibujado en él, Kawiri sabía que había visto ese símbolo antes, mas no recordaba donde. Kawiri entierra a la madre y a la hermana de Atipaq, mientras se voltea hacia este para hacerle una pregunta que ha querido hacerle desde que lo vio.

-¿Dime Atipaq, alguna vez has soñado con llamas azules?

La respuesta de Atipaq era confirmativa, para Kawiri era la prueba definitiva, las profecías se hacían realidad, después de tanto años esperando, al fin había nacido un elegido y solo le quedaba hacer una cosa.

Kawiri deja sentado sobre el nuevo cementerio el tronco de un árbol donde deja por escrito lo acontecido con el poblado, mientras invoca llamas para que consuman lo que queda de este.

-Vámonos Atipaq que la hora de llorar a acabado y la hora de levantarse y hacerse fuerte comienza ahora.

Continuara…

Y así inicia el entrenamiento de Atipaq.

Próximo capitulo: La Ira del Cambia Pieles. 



domingo, 15 de febrero de 2015

Atipaq El Guerrero De Los Elementos

Y al fin llega esta historia.




Atipaq El Guerrero De Los Elementos
(Las Crónicas De Runaterra)

Primer Capitulo
 La Caída de Pukinari

“La confianza muchas veces puede ser sinónimo de debilidad”: Atipaq

Montes Aputnalados

Los Montes Apuntalados, son uno de los lugares menos explorados del continente de Valoran, una enorme cadena montañosa donde la supervivencia puede ser tan dura como las cumbres de Freljord, sobre ellas se han dicho muchas cosas y pocas han sido comprobadas.

Los caminos que la recorran son escasos, la mayoría de ellos construidos en la época del imperio de los Alexanders, quienes en su deseo por conquistarlo todo no dudaron en reta a las montañas, mas su osadía fue inútil, los Montes Apuntalados están plagados de diversas criaturas que día tras día pugnan por sobrevivir.

Un famosos cartógrafo de la Academia de Guerra, califica a los Montes Apuntalados como una gran selva montañosa, donde solo los más actos logran sobrevivir, la agricultura sobre esta es escasa por la falta de terrenos actos para cosecha, mientras que la caza es una competencia en la que el ganador se comerá al otro, así mismo el clima no es nada amistoso con sus moradores, grandes granizadas azotan las cumbres acompañadas de tormentas eléctricas y torrenciales lluvias que desprenden de las montañas grandes cantidades de lodo y piedra que arrasan con todo lo que encuentran a su paso.

Entre las criaturas que dominan los grandes riscos, se encuentran los diversos clanes de dragones y de estas la que más destaca es la de los Dragones Escarlata, poderosas criaturas que infunden miedo en la mayoría de criaturas de estos lugares.

Mas la característica perseverancia de los humanos ha logrado que algunos pequeños asentamientos logren mantenerse en pie, entre los que destacan las aldeas de Askay y Meland que son la puerta de entrada de Noxus hacia Zaun, así también se encuentra en el extremo que divide las fronteras de Demacia y Noxus, Pukinari.

Un estrecho y peligroso sendero es el único camino que lleva a esta pequeña aldea; Pukinari al igual que otros pequeños poblados de los Montes Apuntalados se ha convertido en el lugar de refugio predilecto para todo aquel que es perseguido en alguna de las ciudades estado de Valoran, la mayor parte de su población descienden de refugiados, entre los que destaca los descendientes de la antigua y extinta realeza Noxiana.

El sol se eleva temprano sobre la pequeña localidad situada en un pequeño valle en medio de las grandes montañas Uloa, Ganibal y Genkis. Es temporada de recolección de moras silvestre para la celebración del día aniversario de la fundación del poblado. Las pocas aves que habitan el lugar comienzan con su canto mañanero, mientras debajo un pequeño niño llamado Atipaq llega antes que nadie para comenzar con la recolección.

Por lo general en Pukinari, los niños nunca salen solos del poblado y los adultos siempre llevan un arma para espantar a los Inamarus, criaturas parecidas a los Ursinos de Freljord, pero de pelaje gris, orejas redondas y un cerebro diminuto, lo que los convierte en bestias salvajes; pero es invierno y los Inamarus están invernando, por lo que el peligro es nulo, dado que otras criaturas, como los dragones escarlata, no se atreven a asomare mucho por estas tierras. Algunas viejas leyendas atribuyen eso a que hace mucho tiempo un poderoso guerrero camino por estas tierras y que en las faldas del Genkis ha situado su vivienda y que las criaturas del lugar le temen, motivo por el cual el poblado nunca ha sido atacado.

El pequeño Atipaq, regresa al poblado con su cesta llena de moras, sin darse cuenta que es el único que se ha puesto a recoger moras, nadie más ha salido del poblado a pesar de que la labor requiere de la colaboración de muchos, pareciera que los demás se hubieran quedado dormidos o que están ocupados atendiendo a los invitados. Un grupo de barbaros que llegaron el día de ayer, al parecer provienen de Noxus quien en los últimos años ha ido incrementado su política opresiva contra estos.

El pequeño niño continua su camino, cuando de repente el típico sonido del cantar de las aves es reemplazado por otro más siniestro, pareciera que la muerte se ha puesto a cantar, el niño presuroso corre al poblado y cuando llega la aterrador escena lo deja inmóvil, los barbaros movidos por una cólera inexplicable se habían vuelto locos y estaban asesinado a todas las personas del poblado, mientras la cesta de moras cae de las manos de Atipaq.

De pronto Atipaq escucha la voz de su madre, quien es arrastrada, el pequeño niño corre hacia ella, pero el bárbaro que la llevaba al observar al niño acercarse usa su garrote mandado a volar al niño hacia un grupo de plantas donde queda inconsciente.

Continuara…

Próximo capitulo: El Despertar de una Leyenda

Y Como despedida un segundo vídeo   sobre los peculiares personajes de  Runaterra.